No obstante, a menos de cinco meses del gobierno de López Obrador, la visión que tiene Ramírez del presidente ha comenzado a deteriorarse.
Desde hace mucho tiempo, las ciudades aquí en el estado de Chiapas, al sur de México, han sido un apeadero habitual en la ruta migratoria de quienes se dirigen hacia el norte; sin embargo, en octubre pasado algo comenzó a cambiar con la llegada de miles de migrantes que viajaban en grupo, en lo que se conoce ahora como una caravana.
En ese momento, Mapastepec extendió la alfombra de bienvenida y los funcionarios locales desplegaron a todo el personal de la ciudad (aproximadamente trescientas personas) para ayudar a alimentar y cuidar a los migrantes, quienes durmieron en la plaza principal, en las aceras circundantes y en cinco albergues temporales.
No obstante, desde entonces, un flujo constante de caravanas migrantes ha pasado por el lugar y la paciencia de los habitantes se agota poco a poco.
Algunos residentes aseguran que las caravanas han provocado un incremento de delitos. También han causado preocupación los numerosos enfrentamientos entre migrantes y funcionarios del gobierno en Chiapas, como el intento de bloquear el flujo de migrantes hacia la ciudad de Huixtla.
Pero mientras las caravanas han ocasionado una especie de hartazgo respecto a los migrantes a lo largo del trayecto que siguen en Chiapas, algunos habitantes están comenzando a sentir una antipatía incluso más profunda hacia López Obrador.
Este sentimiento se ha generalizado especialmente en días recientes, cuando más de ocho mil migrantes atraviesan el estado, la mayoría de ellos huyendo de la pobreza y la violencia en Centroamérica. Muchos, si no es que la mayoría, tratan de llegar a la frontera norte de México, donde funcionarios locales y grupos comunitarios tratan de resolver la situación de un grupo de personas que llevan tiempo esperando realizar su solicitud de asilo en Estados Unidos.
En Mapastepec el 19 de abril, al menos mil migrantes fueron ingresados a un complejo recreativo que había sido convertido en refugio temporal. Cientos más languidecían en las aceras de la ciudad mientras otros miles se encontraban en camino desde el sur.
Ervin La Parra, un maquinista de Huixtla, aseguró que López Obrador y su administración no han mostrado voluntad alguna de cerrar la permeable frontera sur.
“Simplemente no entiendo por qué siguen dejando que entre tanta gente, así como si nada”, se quejó. “Sus razones son un misterio para mí”.
Aun así, de acuerdo con reportes de las noticias locales, la tarde del 19 de abril, la Policía Federal mexicana, que trabaja junto con funcionarios de migración, detuvo a cientos de inmigrantes de Centroamérica que estaban bañándose en un río a las afueras de Mapastepec. No quedó claro por qué ese grupo de migrantes había sido señalado por la policía.
Por Paulina Villegas y Kirk Semple
El New York Times