Por más de media hora, tomando pausas para tomar aire y parándose y sentándose de manera continua debido a su condición médica que le impide permanecer en una sola posición, M. G. relató cómo llegaron a la calle Ajenjo en búsqueda de personas armadas la madrugada del 12 de agosto de 2022 luego de los ataques a la población civil del día anterior, para ser recibidos por disparos que lo dejaron herido en la pelvis y estómago al grado de llevarlo a perder la conciencia durante el enfrentamiento.
Sólo supo de sí al despertar en momentos breves: mientras pedía ayuda a sus compañeros o cuando veía a su familia en el hospital y en el quirófano de Star Médica, donde pasó 35 días internado y donde repetidamente le dijeron a los suyos que “ya no la contaría”.
M. G. tenía ocho meses en la corporación cuando todo ocurrió. Llevaba seis años como policía estatal cuando decidió entrar a las fuerzas locales. Ahora está pensionado de manera permanente.
Contó sobre el “jueves negro” lo mismo que sus compañeros, que entró a las 10:00 de la mañana, hubo un motín en el Cereso 3 al que fueron comisionados y al salir empezó el caos.
“No sabíamos cómo iba a terminar. Se nos estaba yendo de las manos. Se nos hizo muy difícil… Vimos gente muerta, mujeres, niños. Buscamos dar nuestro mejor servicio, pero nos ganaban en los hechos (los delincuentes)”, dijo en el banquillo de testigo.
Luego de ese día, a las 3:00 de la mañana aproximadamente del 12 de agosto, fueron llamados para ir a la calle Ajenjo. Había una camioneta Tahoe guinda con gente armada a bordo. Recordó a uno de los acusados, Ezequiel A. C., como quien manejaba la Tahoe, quien la detuvo y se bajó con un arma para dispararles de inmediato mientras corría a la casa 9714.
“Pensé ‘ya no la voy a contar’. Recibí un disparo en la pelvis, dos o tres en el costado de lado del estómago. No podía caminar. Pedí apoyo, mis compañeros pidieron apoyo a la Guardia Nacional, a la Secretaría. Me acomodaron detrás de la unidad, y perdía la conciencia y volvía. Estaba perdiendo mucha sangre; estaba debilitado”, comentó.
Tenía uno por ciento de probabilidad de sobrevivir
Hubo disparos que le dañaron el intestino grueso, que a la postre le causaron peritonitis, embolia pulmonar e infección generalizada en el cuerpo. A su familia en el hospital, platicó mientras se le cortaba la voz y dejaba salir algunas lágrimas, le dijeron que tenía uno por ciento de probabilidad de sobrevivir. “Y a mí eso es algo que me marcará, me está marcando y me marcará toda mi vida”.
Dijo que era difícil estar ahí, contando el momento más traumático de su vida. La voz se le cortó de nuevo y se permitió llorar muy brevemente.
“Yo hoy me acerqué para que se haga justicia. Sé que nos atenemos a esto como policías, que es algo diario, pero no dejamos de ser humanos. Es algo que se guarda uno muy dentro”, agregó.
Muestra sus heridas
Luego, sin que le fuera solicitado, pidió a los jueces la oportunidad de mostrarles sus heridas.
Llevaba una playera tipo polo azul oscuro. Se levantó con apoyo en su bastón, con dificultad y exhalando fuerte por el esfuerzo. Se levantó la camisa. Sobre su costado derecho cerca de los riñones lleva la marca de tres disparos; la piel más oscurecida que el resto alrededor. No tiene ombligo, sino una cicatriz hundida de donde se supone que va, hacia abajo. A la altura del estómago tiene una hernia del tamaño de una pelota de softbol. Era visible aún con la camiseta puesta, al grado de que un juez supuso, antes de ver las heridas, que era un dispositivo que llevaba a causa de sus lesiones. Lleva un año y cuatro meses con esas marcas.
“Dios es el que juzga”, concluyó.
Hubo 18 armas distintas en el enfrentamiento
Durante la audiencia de ayer del juicio 103/2024, compareció un segundo declarante, un perito en balística forense con 30 años de experiencia quien mostró un análisis minucioso de las marcas en los casquillos encontrados en la calle Ajenjo y el interior de la casa 9714, con lo que concluyó, a preguntas de uno de los jueces del Tribunal Colegiado de Enjuiciamiento, que hubo 18 armas distintas durante el enfrentamiento que, se había dicho, ocurrió entre seis presuntos agresores y siete policías municipales.
Esto se derivó de un análisis con microscopio de las marcas en los casquillos, con las que se detectan similitudes y se hacen “grupos” de balas con marcas iguales. Había 311 restos balísticos por analizar.
Siete de ellos estaban en cuatro grupos distintos. Sus huellas eran distintas a las demás, aunque todas eran calibre .223 o 5.56×45, comúnmente disparadas por rifles de asalto.
Un quinto grupo reunió 45 cartuchos de calibre 7.62, usada por fusiles de asalto, también. También había tres grupos de cartuchos 9 milímetros, de armas cortas.
El resto eran, también, de .223, pero resaltaron dos grupos para el Ministerio Público y la defensora pública de los cinco.
En el grupo 14 se reunieron siete cartuchos percutidos con características detectadas por el microscopio, similares a las de una bala “testigo” (de prueba) disparada con una de las armas aseguradas propiedad supuestamente del grupo de atacantes, una Bushmaster XM15–E2S. Habían sido hallados los casquillos en el patio de la vivienda intervenida.
De las otras dos armas aseguradas, una Great Lakes Firearms Ammunition GL–15 y una Anderson Manufacturing AM–15, no se halló coincidencia con las balas estudiadas.
Hallan bala de la Sedena
Otro grupo, sin embargo, incluyó una bala calibre .223 con la marca “SDN”, que utiliza exclusivamente la Secretaría de la Defensa Nacional, el Ejército Mexicano, del cual no se ha dado constancia hasta el momento de su participación en este enfrentamiento armado.
Sobre este disparo, el perito recordó perfectamente que, según la cadena de custodia que a él hicieron llegar para continuar con el debido proceso en el análisis de las evidencias, ese cartucho estaba marcado dentro del grupo 17, que fueron embalados y levantados de la carpeta asfáltica sobre la calle Ajenjo.
El próximo lunes 1 de julio al mediodía continuará el desahogo de pruebas del Ministerio Público en el juicio en contra de Ezequiel A. C., Manuel Alfredo L. G., Jorge Adrián V. L., Francisco Alejandro M. A., Víctor Hugo L. T. y José Antonio L. E., por los delitos de homicidio en grado de tentativa y daños a la propiedad municipal.