En el último balance oficial, las autoridades indicaron que mil 37 víctimas fallecieron y mil 204 estaban lesionadas, 721 de ellas en estado crítico, tras el terremoto que dejó cientos de edificios colapsados.
Inicialmente se habían contabilizado 296 muertos y en un segundo reporte el dato aumentó a 820, sin embargo, la cifra total podría aumentar mientras rescatistas luchan para encontrar sobrevivientes.
La mayoría de los fallecidos se registraron en Al Hauz, provincia epicentro del sismo, y en Tarundant, más al sur. En estas provincias se registraron la mayoría de los derrumbes de casas, así como en pequeñas ciudades y pueblos que salpican las montañas del Alto Atlas, a las afueras de Marrakech.
La sacudida se sintió hasta la capital Rabat, a cientos de kilómetros, y en ciudades costeras como Casablanca o Esauira, incluso en el país vecino de Argelia, donde las autoridades descartaron daños o víctimas.
En Marrakech, la ciudad más cercana al epicentro, donde los residentes pasaron la noche a la intemperie, temerosos de volver a casa, el minarete de una mezquita cayó en la plaza Jemaa al-Fna, el corazón del casco antiguo, que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad.
Unas 150 personas, en especial familiares de los heridos, esperaban a las puertas de un hospital local. La mayoría procedían de zonas montañosas de las afueras de la ciudad, ya que los locales carecen de capacidad para tratar heridos graves.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) informó que el movimiento telúrico fue de magnitud de 6.8 y se produjo a una profundidad de 18.5 kilómetros, con epicentro 71 km al suroeste de Marrakech a las 23:11 hora local (22H11 GMT).
«Sentimos una sacudida muy violenta, me di cuenta de que era un temblor», contó Abdelhak el Amrani, un habitante de Marrakech de 33 años, en una entrevista por teléfono a AFP.
«Vi que los edificios se movían. No tenemos los reflejos para este tipo de situación. Después salí y había mucha gente fuera. La gente estaba conmocionada y en pánico. Los niños lloraban, los padres estaban desamparados», relató.
Los medios marroquíes informaron que éste es el sismo más potente registrado en este reino en el norte de África.
«Todavía no puedo dormir en casa por la conmoción y también porque el casco antiguo está formado por casas viejas. Si se cae una, se derrumban las demás», dijo a Reuters Jaouhari Mohamed, un residente que describió escenas desesperadas mientras la gente
huía en busca de refugio.
El Ministerio de Interior afirmó que las autoridades movilizaron «todos los recursos necesarios para intervenir y ayudar en las zonas afectadas».
Los hospitales en Marrakech registraron una «afluencia masiva» de heridos y el centro local de transfusión de sangre emitió un llamado a la población para hacer donaciones.
En el camino de Ouarzazate al epicentro, se pueden ver rocas y escombros de las montañas y edificios desperdigados a lo largo de la carretera.
‘Entramos en pánico’
Videos grabados en Marrakech muestran a los habitantes saliendo despavoridos de los edificios en medio de la sacudida, escombros que se desprenden de los inmuebles hacia estrechos callejones y vehículos cubiertos de piedras.
En uno de ellos se observa un minarete de una mezquita que colapsó en la famosa Plaza Yamaa el Fna, el corazón de Marrakech, y que causó heridas a dos personas.
Un corresponsal de la AFP vio a cientos de personas concentradas en esta emblemática plaza para pasar allí la noche por el miedo a las réplicas. Algunos con mantas y otros durmieron directamente en el suelo.
«Nos paseábamos por Yamaa el Fna cuando la tierra empezó a temblar, era verdaderamente asombroso como sensación», explicó a AFP en la plaza Houda Outassad.
«Estamos sanos y salvos, pero todavía conmocionados», añadió esta habitante de la ciudad, que perdió a diez familiares en Ijoukak, pueblo rural en Al Hauz.
Mimi Theobald, una turista inglesa de 25 años, estaba con unas amigas a punto de comer el postre en la terraza de un restaurante «cuando las mesas empezaron a temblar, los platos a volar. Entramos en pánico».
‘Gritos y llantos’
Fayssal Badour, de 58 años, conducía de regreso a su casa cuando notó el temblor.
«Me detuve y me di cuenta de la catástrofe. Era muy grave (…) Los gritos y los llantos eran insoportables», relató.
El francés Michael Bizet, que posee tres establecimientos turísticos en casas tradicionales (riads) de la ciudad vieja de Marrakech, dijo que la sacudida lo despertó durante el sueño.
«Salí a la calle medio desnudo y fui a ver los ‘riads’. Era un caos total, una catástrofe de verdad, de locos», explicó.
«La tierra tembló durante unos 20 segundos. Las puertas se abrieron y cerraron solas cuando bajé corriendo desde el segundo piso»,
dijo a Reuters Hamid Afkar, un profesor en Taroudant.
«La lámpara de araña se cayó del techo y salí corriendo. Sigo en la calle con mis hijos y tenemos miedo», dijo Houda Hafsi, de 43 años, en Marrakech.
Un funcionario local dijo que la mayoría de las muertes había ocurrido en zonas montañosas de difícil acceso.
Otra mujer, Dalila Fahem, contó que había grietas en su casa y daños en los muebles: «Afortunadamente, aún no me había ido a
dormir», indicó.
Solidaridad internacional
El Papa Francisco expresó «su profunda solidaridad por las víctimas», en un mensaje enviado por el Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
Naciones Unidas está dispuesta a ayudar al Gobierno marroquí en «sus esfuerzos para asistir a la población afectada», dijo el portavoz de la ONU Stephane Dujarric en un comunicado.
El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, expresó sus condolencias al país vecino por la «tragedia».
Varios países, entre ellos España, Reino Unido, Italia o Israel, ofrecieron apoyo a Marruecos para las labores de rescate.
Francia, que tiene una numerosa población de origen marroquí, manifestó su «solidaridad» y su Presidente, Emmanuel Macron, se dijo «conmocionado».
Los Presidentes de Rusia, Vladimir Putin; de Ucrania, Volodomir Zelenski; de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y de China, Xi Jinping también expresaron sus condolencias y solidaridad.
La Unión Africana manifestó su «gran dolor» por la tragedia. Desde la cumbre del G20 en Nueva Delhi, el Primer Ministro indio, Narendra Modi, se dijo «extremadamente apenado por las pérdidas de vidas».
El reino alauí experimenta terremotos con frecuencia en su región septentrional debido a que está entre las placas africana y euroasiática.
En 2004, al menos 628 personas murieron y 926 resultaron heridas cuando un terremoto golpeó Alhucemas, al noreste del país.