Con cariño, respeto, agradecimiento y admiración, la juarense expresó algunas palabras a la primera mujer presidenta electa de este país. A continuación, se comparte la misiva:
«Dra. Claudia Sheinbaum Pardo
Presidenta Electa de México;
Entre las tantas alegrías que nos dejó la jornada electoral, quiero compartirle, antes incluso que mi felicitación, el pesar de no haber podido celebrar junto a las y los militantes y simpatizantes que la acompañaron, con la emoción a flor de piel, la noche del domingo 2 de junio, en el Zócalo Democrático.
La recepción de las actas y la debida atención a nuestros voluntarios, nos impidió ser testigos de un momento que se grabará con letras de oro en las mejores páginas de la historia nacional, pero no me apena reconocer que nuestro equipo, que es el suyo, y una servidora, estallamos en algarabía y lágrimas cuando el INE compartió los resultados del conteo rápido.
Con canciones de Violeta Parra, de Mercedes Sosa y de Amparito Ochoa, procesamos el desvelo y la emoción de saber que por primera vez en 200 años de República, una mujer honesta, valiente y trabajadora llegó a la Presidencia, y además lo hizo por todo lo alto.
La alegría que sentimos, fue como «volver a los 17, después de vivir un siglo», agradeciendo siempre a «la vida que nos ha dado tanto», porque no somos «lucecitas montadas para escena, ni servidores de pasado en copa nueva».
Aunque usted, con una ternura y generosidad inagotable, me ha permitido siempre hacerle llegar personalmente mis inquietudes, quisiera hacer pública esta misiva, porque sé que hay cientos de miles de compañeras y compañeros en Chihuahua que se reconfortarán sumándose a esta felicitación.
Pero también para reconocerle que soy consciente de que, quienes hoy triunfamos en las urnas, lo hicimos gracias a quienes, como usted, nos precedieron en las luchas, y especialmente, aquellas y aquellos que no pudieron disfrutar a tiempo de la tierna paz de una histórica victoria: «Porque fueron, somos. Porque somos, serán».
Usted siempre nos recordó que somos las hijas y las nietas de quienes no siempre pudieron celebrar, y hoy le regala a las nuestras la posibilidad de que sus lágrimas cambiaran de tono, emergiendo desde la alegría, y desde la memoria.
Usted no solo hizo historia: también nos hizo muy felices.»