Una densa humareda se alzaba el martes por la mañana de la Villa Verde, que acoge organizaciones internacionales y casas de huéspedes y es blanco frecuente de ataques. El fuego suponía un peligro también para los vecinos locales.
«La gente gritaba diciendo ‘Mis hijos están atrapados en los escombros'», dijo el martes un testigo, Faiz Ahmad. Las casas cercanas quedaron destrozadas y el muro de concreto en el lado oeste se derrumbó. En la calle quedó con un cráter.
El Talibán sigue cometiendo ataques a pesar de que el enviado estadounidense en el país afirma que el grupo armado ha alcanzado un principio de acuerdo para poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos. El acuerdo preliminar incluye una retirada de las tropas extranjeras que el Talibán ya presenta como una victoria suya.
«Comprendemos que las conversaciones de paz están en marcha (…) pero también deben comprender que no somos débiles y que si entablamos conversaciones (…) las entablamos desde una posición fuerte», dijo a The Associated Press el portavoz talibán Zabihullah Mujahid.
El ataque, señaló, era una respuesta a las redadas de fuerzas estadounidenses y afganas sobre civiles en otras partes del país. Aunque admitió que los civiles deberían sufrir menos daños, dijo que no deberían vivir cerca de un complejo con presencia extranjera tan importante.
Unos 400 ciudadanos extranjeros fueron rescatados del barrio tras el ataque suicida, indicó el portavoz del Ministerio del Interior Nasrat Rahimi. La bomba estalló en la calle junto al muro oeste del complejo y destruyó varias viviendas.
Cinco agresores murieron baleados por las fuerzas de seguridad después de la explosión de un tractor lleno de explosivos, indicó Rahimi.
La explosión ocurrió apenas horas después de que un enviado estadounidense informara al gobierno afgano sobre un acuerdo «en principio» con el Talibán, según el cual 5 mil militares estadounidenses dejarían el país en un plazo de cinco meses.
La Villa Verde también sufrió un ataque suicida con coche bomba en enero, de nuevo coincidiendo con una visita a la capital del enviado estadounidense, Zalmay Khalilzad, para informar al gobierno afgano sobre sus negociaciones con los talibanes sobre el fin de la contienda después de 18 años.
Horas antes del ataque del lunes, Khalilzad mostró al presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, el borrador de un trato tras declarar que están «en el umbral de un acuerdo» luego de concluir la novena ronda de conversaciones entre el gobierno estadounidense y el Talibán en Qatar. Aún falta que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apruebe el texto.
Los preocupados habitantes de Kabul se preguntan si puede confiarse en que el Talibán respetará el acuerdo, especialmente si las tropas extranjeras se retiran.
Los talibanes siguen cometiendo ataques pese a que parece estar cerca de conseguir en sus negociaciones con Washington, una retirada de tropas. Los insurgentes quieren que los 20 mil militares estadounidenses y de la OTAN abandonen el país de inmediato, mientras que Estados Unidos busca una retirada por fases que dependería de que los talibanes cumplan ciertas condiciones, como una reducción de la violencia.
Los ataques se han incrementado en los últimos meses, y durante el fin de semana hubo asaltos talibanes a dos capitales de provincia conforme el grupo intentan reforzar su posición negociadora no solo con Estados Unidos, sino con el gobierno afgano, de cara a las aún más difíciles conversaciones internas sobre el futuro del país que seguirían a un acuerdo con Washington.
Además, algunos analistas han advertido que algunas facciones talibanes podrían estar expresando su descontento con el pacto con Estados Unidos, aunque los líderes políticos talibanes insistieron en las reuniones en Qatar que sus decenas de miles de combatientes respetarían cualquier acuerdo alcanzado.