Sensores satelitales detectaron más de 42 mil siniestros en 30 días, de acuerdo con el instituto espacial nacional de Brasil. Es la primera vez desde 2010 que la Amazonia superó 40 mil incendios en un mes.
Este septiembre fue dos veces y media peor que el previo. Ocurriendo en el pico de la temporada seca, es usualmente el peor mes no solo para incendios, sino también para la deforestación.
Los datos oficiales de deforestación solamente llegan hasta el 23 de septiembre, pero la situación es ya 14 por ciento más grave que en septiembre de 2021. En apenas esas tres semanas, la Amazonia perdió mil 120 kilómetros cuadrados de bosque tropical.
El aumento de los incendios forestales ocurre en medio de una campaña presidencial polarizada.
El ultraderechista busca su segundo mandato de cuatro años contra Lula da Silva, que gobernó el país entre 2003 y 2010 y que encabeza las encuestas.
Pese al humo en el aire de ciudades amazónicas enteras, las elecciones estatales han ignorado mayormente los asuntos ambientales. Aparte del Presidente, los brasileños votarán por gobernadores estatales, así como parlamentarios estatales y nacionales.
En Pará, el peor estado para deforestación e incendios, el tema de la deforestación apenas fue mencionado en un debate televisivo entre los candidatos a Gobernador realizado el martes por la cadena Globo.
En una hora y media, solamente un candidato mencionó el marcado aumento de la deforestación. Globo, la principal cadena televisiva de Brasil, ni siquiera lo seleccionó como uno de los ocho temas del debate.
Proteger la selva no es una prioridad importante para la población, luego de años de pandemia de covid-19 y una economía deteriorada, explicó a The Associated Press Paulo Barreto, investigador para Amazon Institute of People and the Environment, una organización sin fines de lucro.
«Pero el hecho de que los periodistas no hacen preguntas al respecto es un problema aún mayor».
La deforestación puede llevar a más pobreza, dijo. «Por otra parte, existen crecientes oportunidades económicas relacionadas con la conservación».
Los incendios en la Amazonia son casi siempre deliberados, para mejorar el pasto para el ganado o quemar árboles caídos una vez que se secan. A menudo las llamas arden descontroladamente y llegan a áreas boscosas prístinas.
Los estudios han mostrado que las tasas de deforestación alcanzan su pico en años de elecciones y 2022 ha sido especialmente intenso debido a la retórica antiambiente de Bolsonaro, de acuerdo con los analistas.
«Con una posibilidad de cambiar de gobierno a uno que promete más rigor, parece que los deforestadores están aprovechando la posibilidad de que se acabó la fiesta», lamentó Barreto.
Desde que Bolsonaro asumió la presidencia en 2019, la deforestación ha estado aumentando, con su gobierno restando poder a las autoridades ambientales y respaldando medidas para relajar las protecciones a las tierras, lo que ha envalentonado a los infractores.
El Mandatario ultraderechista ha negado reiteradamente que los incendios estén aumentando, pese a datos oficiales de su Gobierno.