De julio a octubre del año pasado, la Secretaría de Marina (Semar) colocó 193 de esas estructuras en la Zo, un polígono de 225 kilómetros cuadrados donde están prohibidas la pesca y el acceso a cualquier embarcación no autorizada.
Cada bloque pesa de dos a tres toneladas y cuenta con un par de ganchos de 2.5 metros de largo con puntas dobladas hacia adentro para que atrapen y desgarren las redes de pesca, de acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del proyecto de 2022.
La Semar aseguró en un comunicado que la líder del crucero de observación más reciente, Barbara Taylor, consideró que los bloques de concreto constituyen la primera acción del Gobierno mexicano que verdaderamente creó un santuario para la vaquita marina (Phocoena sinus) por la reducción significativa de embarcaciones y redes de enmalle.
Según la dependencia, por recomendación de académicos e investigadores que participaron en dicha expedición se inició el 30 de agosto la primera de dos etapas para ampliar el proyecto. Se colocarán 64 estructuras a lo largo del perímetro de la Zo y al sur de la misma.
Más adelante se tiene previsto sembrar otras 152 en zonas adyacentes a la Zo, donde especialistas han registrado la presencia de vaquitas marinas tanto visualmente como por detección acústica.
La Semar señaló que la ampliación del proyecto está sujeta al cumplimiento de la normatividad vigente conforme al resolutivo de la MIA emitida por la autoridad ambiental, así que se continuarán realizando medidas de mitigación.
La MIA de 2022 indica, por ejemplo, que se establecerá un programa de monitoreo de calidad del agua, otro de monitoreo de fitoplancton, uno más de monitoreo de zooplancton, al igual que uno de recuperación de redes atrapadas en los bloques para evitar que causen el ahogamiento de mamíferos y aves.
Como ocurrió el año pasado, las tripulaciones de los buques balizadores «Sagitario» y «Virgo» estarán a cargo de colocar con grúas los 216 bloques sobre el fondo marino.