Anteriormente, se había avanzado en acotar el suministro de estos productos a menores de edad, pero la falta de seguimiento a las políticas por parte de las autoridades gubernamentales, así como a la influencia de la industria de alimentos y bebidas en la promoción de sus productos hacia los jóvenes, no concluyó.
De acuerdo al informe presentado por el diputado, México se encuentra entre los países con una mayor ingesta de bebidas azucaradas por persona, con aproximadamente 163 litros al año por persona. Si se considera que no todos los mexicanos las consumen, se pensaría que quienes toman bebidas azucaradas, ingieren mucho más que el promedio.
Agregó que de ahí que los estudios recientes indican que el 19% de las muertes por diabetes, eventos cerebrovasculares, y cánceres relacionados con obesidad fueron atribuibles a las bebidas azucaradas. Estimaciones anteriores habían calculado 24,100 muertes anuales atribuibles al consumo de bebidas azucaradas en México. Es decir, la nueva evidencia mostró un incremento significativo en las muertes asociadas al consumo de bebidas azucaradas.
Para abordar el mal suministro de bebidas azucaradas, energizantes y alimentos envasados de alto contenido calórico a menores de edad, se requiere una acción coordinada a nivel gubernamental, comunitario y familiar. Algunas medidas efectivas incluyen:
Regulación gubernamental: Es esencial establecer restricciones en la publicidad dirigida a niños y adolescentes, así como en la disponibilidad de estos productos en entornos escolares y deportivos.
Educación y concienciación: Promover la educación nutricional desde una edad temprana y fomentar la toma de decisiones informadas sobre la alimentación y la salud.
Fomentar la actividad física: Incentivar la actividad física regular y el deporte entre los jóvenes como parte de un estilo de vida saludable.
Etiquetado claro y comprensible: Mejorar el etiquetado de los productos para proporcionar información clara sobre el contenido nutricional y las advertencias sobre el exceso de azúcar y cafeína.
Por consiguiente, para proteger la salud y el bienestar de las futuras generaciones, es imperativo tomar medidas decisivas a nivel gubernamental y comunitario.
Por tanto, solo a través de una combinación de regulación, educación y concienciación, podemos revertir esta tendencia y proporcionar a nuestros hijos un ambiente propicio para su desarrollo saludable.