Catalogan el fenómeno como «megasequía» y lo relaciona con la actividad humana no solo gracias a los registros meteorológicos modernos, sino al análisis de los anillos de crecimiento en árboles que tienen hasta 1,200 años.
La investigación cubrió un territorio que abarca nueve estados de EE.UU., desde Oregón y Montana hasta California y Nuevo México, y se extiende al norte de México.
Park Williams, bioclimatólogo de la Universidad de Columbia y su autor principal, afirma que «estamos en la misma trayectoria que las peores sequías prehistóricas».
Su equipo cartografió decenas de sequías en esa zona a partir del año 800 y estimó que solo cuatro merecían el prefijo ‘mega’ por presentar una aridez extrema que duró décadas: la primera a finales del siglo IX y la última al terminar el XVI, de 1575 a 1603.
¿Años, décadas o siglos de aridez?
Al comparar esas ‘megasequías’ con los registros de humedad del suelo del 2000 al 2018, estos especialistas concluyeron que el desastre actual ya supera las tres primeras y está a poca distancia de la última y peor, ya que el cambio actual afecta a áreas más amplias de manera más consistente.