La firma de San Francisco ingresó entre enero y junio 5.784 millones, un 7,6 % menos que en el mismo período del ejercicio anterior, y sus accionistas se dejaron 2,72 dólares por título.
Si bien la tendencia negativa resulta clara al observar los datos relativos a la facturación, si se presta atención únicamente a la variación en pérdidas, puede resultar confusa: pese a su mal momento, Uber perdió menos dinero este año que en el mismo período del anterior.
Esta aparente contradicción se explica por la salida a bolsa de la compañía en mayo de 2019, una operación que resultó tremendamente costosa para la firma y que hizo que en el segundo trimestre del año pasado registrase las peores cuentas de su historia.
Uber, una de las principales representantes de la llamada economía colaborativa junto con Airbnb, ha visto cómo su actividad principal, el transporte de pasajeros, se desplomaba durante los peores meses de la pandemia, y ha recurrido a servicios alternativos como la entrega de comida o de mercancías para tratar de amortiguar el golpe.
En el segundo trimestre, la facturación por transporte de personas ha caído un 67 % interanual hasta los 790 millones de dólares, algo impensable hace solo seis meses, cuando los viajes en Uber crecían a buen ritmo y constituían, con gran diferencia, la principal fuente de ingresos de la empresa.
Ahora, sin embargo, ese título lo ostenta Uber Eats, el servicio de entrega de comida a domicilio, que ha crecido un 103 % respecto al año pasado y ya factura 1.211 millones trimestrales, muy por encima del transporte de viajeros.
También al alza pero muy por debajo de la entrega de comida se encuentra el transporte de mercancías, con una subida del 27 % y 211 millones de dólares de facturación.
Durante el último año, la empresa de San Francisco ha aumentado su deuda a largo plazo en casi 1.000 millones de dólares, pasando de los 5.707 millones de junio de 2019 a los 6.691 millones actuales.
Además de potenciar servicios alternativos, desde el inicio de la pandemia Uber ha tratado de recortar gastos en varias áreas de negocio, lo que le ha llevado a despedir a 3.500 trabajadores (aproximadamente el 14 % de su plantilla) y a desprenderse de su segmento de bicicletas eléctricas urbanas, Jump.
En la actualidad, la compañía tiene 55 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo, un 44 % menos de los que tenía hace un año, y los viajes realizados por los conductores de la plataforma han caído un 56 % interanual.
En mayo, la última vez que presentó resultados, el consejero delegado de la firma, Dara Khosrowshahi, lanzó un mensaje optimista de cara al futuro al asegurar que en abril se había «tocado fondo», pero que ya estaban apreciando una cierta recuperación en las últimas semanas.
Aun así, los rebrotes del coronavirus han hecho descarrilar desde entonces esas proyecciones, y el transporte de pasajeros, lejos de recuperarse, ha seguido en cifras muy inferiores a las habituales.
Por ello, en esta ocasión Khosrowshahi optó por centrarse en el buen momento de Uber Eats, al que calificó de «protección natural» para el negocio y evitó cualquier referencia de futuro en relación al transporte de pasajeros.
Las cuentas de Uber sembraron decepción en Wall Street y sus acciones se dejaban un 1,84 % hasta los 34,12 dólares por título en las operaciones electrónicas posteriores al cierre de los mercados neoyorquinos.