Ciudad Juárez.- Personas en situación de movilidad que todos los días son atacadas por agentes de la Guardia Nacional de Texas con disparos de gas pimienta, cuando permanecen en México, pidieron ayer la intervención de las organizaciones de derechos humanos.

Marcus, de 11 años de edad, sumaba ayer cuatro días acampando en el bordo del río Bravo junto a su mamá, pero ya había perdido la cuenta de cuántas veces los soldados texanos habían disparado bolas de gas pimienta que le provocaban irritación en los ojos, tos y ardor en la nariz y en la boca.

La última vez fue ayer, cuando más de un centenar de migrantes denunciaron haber sido agredidas nuevamente por la Guardia Nacional de Texas, mientras se encontraban sentados bajo la sombra de los árboles que se encuentran en los límites de la frontera mexicana, y después haber sido desalojados por la Guardia Nacional de México.

Dijeron que los soldados mexicanos comenzaron a recorrer la orilla mexicana, lo que provocó que se reunieran cerca de 300 personas en movilidad, las cuales comenzaron a caminar en grupos por la orilla del bordo fronterizo para luego otra vez disiparse en la frontera.

A las 10:04 de la mañana, autoridades municipales y estatales recibieron el reporte de las autoridades estadounidenses, quienes reportaron que un grupo de 100 migrantes tenían comportamientos agresivos hacia los oficiales de la Guardia Nacional de Texas, lo cual fue negado por los extranjeros quienes aseguraron que todos los días los agredían los militares de Texas, incluso sin intentar cruzar la frontera.

“Estábamos en la sombra descansando, más que todo descansando, y empezaron a agredirnos, a tirar gas lacrimógeno, más que todo a los niños también. Ellos dijeron que nosotros estábamos picando la cerca para entrar, pero nosotros tenemos el plan de esperar para entrar, si ellos abren la puerta nosotros entrar, pero en ningún momento nosotros los agredimos a ellos, ni les lanzamos piedras ni mucho menos”, narró Darío Torres, un venezolano de 25 años de edad.

El hombre, quien desde hace siete meses viaja con su esposa y su hija de cinco años de edad, dijo que el grupo conformado por cerca de un centenar de personas, entre los que se encuentran niñas y niños han permanecido en paz en la frontera.

“Nosotros andamos todo el grupo que está ahí y estamos en familia, venimos buscando un asilo político si se puede, pero con eso justificaron que la Guardia Nacional de México nos sacara de la orilla de la frontera”, lamentó.

El martes, la hondureña Claudia Gutiérrez, de 38 años de edad, dijo que su hijo Marcus estuvo a punto de convulsionarse después de haber sido atacado por la Guardia Nacional de Texas, mientras permanecía sentado en la ribera del río internacional.

El Diario observó ese día cómo el menor lloraba debido a los efectos que había provocado el gas pimienta en su rostro, y preguntaba qué hacer para que le pasara el ardor y la irritación de los ojos.

Ayer, el menor volvió a vivir las consecuencias de las agresiones de los estatales texanos, pero sin tener otro lugar a donde ir, poco tiempo después volvieron a buscar la sombra de los árboles.

“Nos vinieron a sacar los soldados de México. Los de allá –Texas– empezaron a agredirnos a nosotros, a tirarnos de esas pelotas, gas pimienta, y a los niños más que todo, les aventaban a los niños, esos groseros del otro lado. Y los otros –militares mexicanos– vinieron a agredirnos, nos dijeron que si no nos salíamos –del bordo mexicano– nos iban a tirar a Migración”, relató la madre centroamericana.

“Dicen que uno los estaba agrediendo y es mentira, Dios sabe que no es así, que nosotros no los estábamos agrediendo; ellos, al contrario, nos estaban disparando eso, a mi niño me le apuntaron antier, ayer y hoy también, ellos se basan en los niños, en los niños, como ellos saben que la debilidad de uno son los niños, entonces yo digo que por eso les disparan a los niños los groseros del otro lado, los soldados del otro lado”, denunció.

Otro padre de familia venezolano también denunció que la Guardia Nacional mexicana llegó al bordo del río Bravo para amenazarlos con llamar al Instituto Nacional de Migración (INM) para que fueran devueltos al sur del país.

“No podemos estar en México ni nos dejan entrar a Estados Unidos, ya no sabemos qué hacer. Los soldados mexicanos nos corren y los de Estados Unidos no nos dejan entrar y derechos humanos, las organizaciones de derechos humanos, nadie viene a hablar por nosotros. Las organizaciones tienen plata, Estados Unidos les da plata para que nos apoyen, pero aquí no vienen a levantar la voz, necesitamos a derechos humanos, necesitamos que hablen por nuestros hijos”, señaló.

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