Si sumamos los 2 mil 463 municipios de todo el territorio nacional, nos encontramos con que el 62%, casi dos tercios del país, no tienen agua suficiente.
Monterrey es la muestra más evidente; lugar donde, de acuerdo con vecinos de diversos sectores. hay quienes esperan hasta seis horas en largas filas para recibir agua de pipas municipales y estatales; es tal la crisis que hay incluso quienes bloquean carreteras federales para secuestrar a empleados de ambos niveles de gobierno y exigirles el vital líquido.
Son estas mismas personas las que buscan cubetas que ya no existen en los supermercados y las que vacían botes de basura enteros para llenarlos de agua. “Aquí se tiene que perseguir el agua, y hay que tener cuidado por que en un momento de desesperación, la gente explota”, expresa Claudia Muñoz de 38 años.
Jesús Hidrogo Tristán cuenta una historia similar, Arranca sus mañanas entre expendio y expendio, la mayoría de estos vacíos; tiene su técnica y sus mañas aprendidas pues menciona que en cuanto encuentra la mencionada sustancia, se lo hace saber a sus vecinos de la colonia Valle Verde en Monterrey por medio de WhatsApp; “cuando encontramos agua, les decimos, vente con una, dos cubetas y llevesela toda”.
Roberto Ponce-López, profesor de estudios urbanos en el Tecnológico de Monterrey, señaló que lo visto por las cámaras de televisión y lo comunicado por el Gobierno de Nuevo León, encabezado por Samuel García, es solo una pequeña parte de un contratiempo de grandes proporciones; menciona que el problema del manejo del agua ha existido por varios años y se extendió durante varias administraciones, los esfuerzos por construir nuevas preses terminan por fracasar y la propuesta de perforar para buscar mantos acuíferos se materializó a penas hace dos meses.
“La infraestructura actual, simplemente no puede dar abasto a la demanda del crecimiento urbano, se creó la tormenta perfecta”, expresó el catedrático.
Por si fuera poco, entre la crisis, las peleas por el agua, los secuestros y la escasez, están las empresas refresqueras y cerveceras, mismas que generan enojo entre los regiomontanos pues continúan operando con agua que ellos no tienen.