Exprimían la sustancia lechosa de sus vainas y las ganancias hacían que sus vidas difíciles fueran un poco más llevaderas.
El hecho de que esta sustancia fuera la materia prima de la mayor parte de la heroína consumida en Estados Unidos era de poco interés para la familia, si acaso estaba enterada de ello.
Pero entonces, cambios en ese lejano mercado de la droga ilegal provocaron el desplome en el precio de la resina seca del opio.
«No sé qué sucedió y, de repente, cayó el precio», recordó el hermano mayor, Ricardo, de 19 años.
«Ya no pudimos comprar muchas cosas: maíz, todo lo básico», añadió el joven de este diminuto pueblo en la región de La Montaña.
Una caída del 90 por ciento en el precio en el último año y medio ha llevado a los campesinos en este ejido y cientos más dispersos a lo largo de las laderas escarpadas de La Montaña a la pobreza extrema.
Muchos de ellos se han incorporado al alto número de centroamericanos que han migrado al norte desatando una crisis a lo largo de la frontera suroeste de Estados Unidos que ha empeorado las tensiones entre México y la Administración Trump.
Ricardo y su hermano de 17 años se contaban entre ellos. Ahora pizcan fresas en California.
La razón de la caída repentina en la demanda de opio es tema de especulación, pero muy probablemente está relacionada con los cambios en la oferta y demanda de droga ilegal en Estados Unidos, señalan funcionarios y expertos.
Está surgiendo evidencia de que el fentanilo, un opioide sintético potente y altamente adictivo, está reemplazando a la heroína y otros estupefacientes, particularmente en la Costa Este de Estados Unidos.
La creciente producción de heroína en años recientes también pudo haber tenido que ver con la caída reciente.
El área de cultivo de amapola en México alcanzó un récord en 2017, al subir 38 por ciento comparado con el año anterior, de acuerdo con estadísticas de la DEA.
Durante el mismo periodo, la producción de heroína se incrementó en un porcentaje similar, al subir a más de 122 toneladas en 2017, comparado con unas 89 toneladas el año previo, quizás saturando el mercado.
Sin embargo, en las comunidades agrícolas predominantemente indígenas de la región de La Montaña solo hay desconcierto por el hecho de que algo tan lucrativo repentinamente se haya vuelto tan poco valioso.
Las cifras son contundentes: durante el apogeo del mercado en 2017, los agricultores vendían su resina de opio por hasta mil 300 dólares el kilo. Hoy no alcanza más de 110 dólares por kilo.