¿Para qué queremos tren, si no tenemos agua?, cuestionó Fabiana Cruz Vázquez, integrante de la Comisión de Seguimiento y Verificación con sede en Xpujil, Calakmul, quien además señaló que después del paso de la tormenta tropical “Cristóbal”, perdieron el 60 por ciento de sus colmenas y no han recibido ayuda por parte de la Federación.
“Antes del tren, nosotros queremos participar en la construcción de cómo queremos vernos, y también mejorar toda la parte productiva; la apicultura no solamente son las abejas, sino la milpa; las familias queremos que nos tomen en cuenta y que juntos podamos decidir hacia dónde queremos ir”, manifestó.
Por su parte, Jessica Vega Ortega, integrante de la Red de Jóvenes Indígenas de América Latina y El Caribe advirtió sobre la pérdida de tradiciones, la transmisión del conocimiento ancestral y la llegada de las cadenas de comida rápida de alta densidad energética.
Subrayó que los pueblos indígenas ya no quieren solo seguir siendo personal de servicios en los grandes hoteles.
“Si bien este proyecto podría traer la creación de empleo, debemos cuestionarnos ¿Qué tipo de empleo?, porque no podemos seguir siendo solo el sector de servicios, mientras los empresarios producen riqueza para unos cuantos”, lamentó.
En su oportunidad, Gabriel Arellano, coordinador de la Estrategia Social del Tren Maya prometió que habrá atención integral a los rezagos históricos en la región por parte de 28 dependencias, y las comunidades recibirán los beneficios de un proyecto que se trabaja de abajo hacia arriba, para no dejar a nadie atrás y no dejar a nadie afuera, en un diálogo abierto.
“No estamos hablando exclusivamente de un tren, de una infraestructura lineal ferroviaria, sino que estamos hablando de un proyecto de desarrollo, que viene acompañado de una serie de acciones y compromisos, pero sobre todo del acompañamiento de las dependencias que con planeación participativa darán forma a lo que las comunidades decidan y definan como un programa de desarrollo”, indicó.
Con información de Excélsior