La prohibición de las exportaciones de abedul ruso, cuya madera está compuesta por las fibras cortas que hacen que los productos sanitarios sean más suaves, ha desencadenado una lucha por la celulosa, el principal ingrediente del papel. Los efectos en cascada se propagan por todo el mundo en forma de rollos de papel higiénico más delgados y caros.
Rusia prohibió en marzo la exportación de madera de abedul como represalia a las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) tras la incursión de Putin en Ucrania. En consecuencia, se espera que desaparezcan del mercado entre 800 mil y 1.2 millones de toneladas métricas de celulosa, según estimaciones del sector.
Los precios de la celulosa han subido alrededor de 45 por ciento este año, ya que el costo del proceso de trituración de las astillas de madera para convertirlas en pasta celulósica, que requiere mucha energía, se ha disparado. Ahora, cuando los mayores productores europeos empiezan a notar la escasez de suministros, los fabricantes de papel tienen que competir más lejos para obtener la materia prima.
«No hay alivio desde el extranjero para las necesidades de madera», dijo Paula Horne, directora de investigación del Instituto de Investigación PTT, con sede en Helsinki.
Finlandia es el segundo productor europeo de pulpa de celulosa, por detrás de Suecia, según datos de Eurostat. Ambos son productores clave del tipo de celulosa que se utiliza en productos sanitarios como el papel higiénico o los pañuelos de papel. Cerca del 10 por ciento del suministro de madera de Finlandia provenía de Rusia. Otros árboles del hemisferio norte son más adecuados para producir papel resistente al desgarro, como el que se utiliza en las cajas de cartón corrugado.
Para agravar la falta de madera rusa, varias interrupciones no planificadas en las fábricas también están limitando el suministro mundial de celulosa. A principios de este año, una huelga de trabajadores en Finlandia afectó la producción durante más de tres meses. La sequía en España llevó al productor Ence Energía y Celulosa a cerrar su fábrica de Pontevedra a partir de julio. La brasileña Suzano, el mayor productor del mundo, parará una línea de celulosa en su fábrica de Aracruz durante casi 60 días para realizar una mejora en el cuarto trimestre.
El mercado ha perdido más de 1.4 millones de toneladas de celulosa este año hasta septiembre.
El mercado de celulosa debería permanecer ajustado hasta la segunda mitad de 2023, dijo Rafael Barcellos, analista de investigación de Santander.
Barcellos espera que los precios bajen gradualmente sólo después de que las plantas que se encuentran actualmente en construcción en Chile y Uruguay comiencen a enviar su producto el próximo año.
Los clientes de celulosa en Europa están preocupados y buscan suministros en otras partes del mundo.
«Los compradores nos exigen demasiado», dijo Leonardo Grimaldi, quien supervisa las ventas de celulosa de la empresa brasileña Suzano.
El productor finlandés de papel y embalajes Stora Enso Oyj dijo que se vio obligado a cambiar su receta para usar pulpa de celulosa de fibra larga debido a la disminución de los recursos de Rusia. Ese tipo de celulosa hace que el papel sea más resistente, pero a costa de la suavidad, además de ser más caro.
Los productores de papel dicen que sus márgenes de ganancia han disminuido como consecuencia del aumento de los costos de la celulosa y la energía. La crisis energética en Europa provocada por las restricciones rusas al gas natural ha obligado a las empresas a reducir la producción. El fabricante de papel higiénico Metsa Tissue advirtió que es probable que se produzcan más reducciones, mientras que en Suecia, Essity AB anunció que subirá los precios y aplicará recargos energéticos.