Personal que se dedicará a remover el alga de las playas, pues desde entonces, el gobierno se ha visto rebasado y no ha podido contenerla.
Desde las 6 de la mañana, todos los días, están a la orilla del mar. Su jornada laboral es de ocho horas bajo el sol del Caribe mexicano y, en promedio, ganan unos 5 mil pesos.
A diario limpian unos 10 metros lineales con un trinche y una malla como herramientas. Primero rastrillan el sargazo, hacen montones que juntan en la red que terminan por jalar lo más lejos posible del agua.
En la playa Chac Mol una ola rompe cada cinco segundos, regresando a la costa el alga que, si se deja después de varios días en la arena, huele a “pescado podrido”.
“Es un trabajo frustrante, porque lo que se limpia en ocho horas, la naturaleza lo devuelve en 45 minutos”, explica Roberto Cintrón, presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún.
El empresario reconoce que las jornadas son “muy extenuantes”, y es que un metro cúbico de sargazo mojado llega a pesar más de 250 kilos. Entre seis sargaceros apenas pueden mover una malla en la que han apilado un montón de la llamada “maleza del mar”.
“Es muy pesado para nosotros. Después de un tiempo te da un dolor en la espalda, los músculos ya no los aguanta uno”, relata Alexis Esquivel, empleado de un hotel.
“Todos los días es una lucha de nunca acabar, es muy pesado”, asegura Jorge Estrella, quien es salvavidas de un hotel de la zona, pero que ayuda a los sargaceros, quienes incluso reciben ayuda de turistas para poder mover la malla. Algunos negocios, además de estos trabajadores, utilizan maquinaria para remover el alga, pero no todos pueden hacerlo porque se “lastima” la playa y prefieren el trinche y la malla.
Los hoteleros también han organizado al resto de su personal para que cada 15 días apoyen con la limpieza de las playas, y, sobre todo, en la remoción del sargazo.