Según Xi, el Partido Comunista buscará una “prosperidad común”, para lo cual presionará a negocios y empresarios a fin de que ayuden a reducir la inflexible brecha de riqueza que podría ser un lastre para el ascenso del país y mermar la confianza pública en sus líderes. Para los partidarios de la medida, la siguiente fase de crecimiento de China exige el cambio.
“Una China poderosa también debería ser justa y equitativa”, mencionó en un correo electrónico Yao Yang, profesor de Economía en la Universidad de Pekín que apoya el cambio en las prioridades. “China es uno de los peores países en términos de redistribución, a pesar de ser un país socialista. El gasto público se concentra demasiado en las ciudades, las escuelas de la élite, etcétera”.
Prosperidad común
Las autoridades están prometiendo que la educación, las viviendas y la atención médica serán menos costosas y tendrán una disponibilidad más uniforme fuera de las grandes ciudades, así como que subirán los ingresos para los trabajadores, con lo cual ayudarán a más personas a garantizar un lugar en la clase media. La campaña de “prosperidad común” ha convergido con una serie de medidas estrictas en contra de los gigantes tecnológicos del país para contener su dominio. Frente al escrutinio, algunos de los multimillonarios más ricos de China, entre ellos Jack Ma, han hecho fila para prometer la donación de miles de millones a organizaciones de beneficencia.
Los compromisos ofrecen la perspectiva, que obtuvo el respaldo de Xi en una reunión celebrada el mes pasado, de que China ahora tiene la riqueza suficiente como para acercarse al antiguo ideal del Partido Comunista de la repartición de la riqueza. Para Xi, está en juego la autoridad a largo plazo del Partido Comunista.
Ahora que el crecimiento económico se está moderando, muchos jóvenes chinos sienten que está disminuyendo la movilidad ascendente. Los empleos bien pagados de cuello blanco pueden ser difíciles de encontrar. Los trabajadores del sector tecnológico se quejan de las largas y agotadoras jornadas laborales. Las familias sienten que no pueden darse el lujo de tener más hijos, lo cual se suma a una crisis demográfica amenazadora. Por ahora, Xi enfrenta poca oposición, pero, a largo plazo, eso podría cambiar si se acumula ese tipo de agravios.
Los compromisos ofrecen la perspectiva, que obtuvo el respaldo de Xi en una reunión celebrada el mes pasado, de que China ahora tiene la riqueza suficiente como para acercarse al antiguo ideal del Partido Comunista de la repartición de la riqueza. Para Xi, está en juego la autoridad a largo plazo del Partido Comunista
“Lograr la prosperidad común no es solo un asunto económico; es un importante tema político relacionado con la fundación del partido para gobernar”, Xi les comentó a autoridades en enero. “No podemos permitir que parezca un abismo infranqueable entre los ricos y los pobres”.
El partido está ansioso por demostrar que está escuchando las quejas mientras Xi hace los preparativos para un probable tercer periodo como secretario general del partido a inicios del próximo año. Xi quiere mantener a raya las dudas sobre su derecho a otro periodo con el argumento de que el partido puede generar progreso social mientras que rivales como Estados Unidos están estancados en la desigualdad, comentó Christopher Johnson, exanalista de política china para el gobierno estadounidense.
“Aunque no haya una oposición que lo vaya a detener, Xi debe entregar una boleta de calificaciones”, mencionó Johnson, actual presidente de la consultoría China Strategies Group. “Xi considera que hacer algo en torno a la desigualdad de ingresos y la brecha de la riqueza en China es vital en su lucha de discursos globales con Estados Unidos y Occidente en general”.
Subir ingresos
Para los líderes de China, el nuevo énfasis también aborda necesidades económicas. El uno por ciento más rico del país ahora posee casi el 31 por ciento de la riqueza de la nación, de acuerdo con el Instituto de Investigación de Credit Suisse, en comparación con el 21 por ciento de 2000 (el uno por ciento más rico de Estados Unidos posee alrededor del 35 por ciento, según el estudio). Según el Partido Comunista, repartir la riqueza de un modo más uniforme hará que más chinos tengan el poder adquisitivo que permita impulsar la economía y reducir la dependencia que tiene China del capital y el conocimiento de Occidente, con lo cual se crearán las bases de una nueva etapa de crecimiento.
Mao Zedong utilizó la frase “prosperidad común” en la década de 1950, en las primeras etapas del esfuerzo por llevar a China hacia la colectivización socialista que culminó en un desastroso Gran Salto al comunismo. En los años ochenta, Deng declaró que China debía permitir que algunas personas se enriquecieran primero para levantar la economía, pero la “prosperidad común” era el objetivo final distante.
Xi también ha intentado no encender las expectativas de una transformación inmediata. Después de declarar el año pasado que China había erradicado la pobreza rural extrema, Xi ha señalado que el país debe tener un “progreso sustancial” a fin de lograr la “prosperidad común” para 2035.
Zhejiang: primera prueba
Una de las primeras pruebas de las ambiciones de Xi será en Zhejiang, una provincia en la costa este de China que el mandatario ha elegido para establecer zonas de demostración de la “prosperidad común”. Hace poco, el gobierno de Zhejiang publicó un plan de 25 puntos para lograr la prosperidad común, el cual propone objetivos generales.
Para 2025, el ingreso disponible promedio por persona en Zhejiang debe rondar 11.500 dólares, de acuerdo con el plan, un incremento del 40 por ciento en comparación con los niveles actuales. La provincia podría promover contratos colectivos para que los empleados tengan un mayor peso en las negociaciones salariales, comentó Li Shi en un artículo recién publicado en un periódico nacional (Li Shi es profesor de Economía en la Universidad de Zhejiang, al este de China, y ha asesorado a las autoridades sobre los planes). Él comentó que la provincia también podría promover políticas para darles a los trabajadores parte de las utilidades de las empresas.
La brecha de ingresos es demasiado clara para algunos de los residentes de la capital de Zhejiang, Hangzhou, la cual alguna vez fue un remanso pintoresco y ahora es el hogar de autos de lujo, tiendas de moda y apartamentos de alta gama.
“Hay mucha presión sobre la clase media”, opinó Nancy Sun, programadora de software en Hangzhou, cuya familia en Zhejiang vende cemento. Sun se estaba preparando para el matrimonio y tal vez tener dos hijos, comentó, pero le atemorizaban los costos de las viviendas y la educación. Frente a una población que está envejeciendo a gran velocidad, el gobierno ha comenzado a alentar a todas las parejas a tener tres hijos después de décadas de rigurosos límites para que solo tuvieran uno, pero, como a muchas mujeres jóvenes, a Sun no le interesa.
“No, las presiones económicas son demasiadas”, comentó.
Incluso en zonas relativamente ricas, algunas personas consideran que ya llegó la hora de repartir el gasto público de un modo más uniforme y que haya una mayor disponibilidad en escuelas y en las camas de los hospitales fuera de las grandes ciudades con privilegios.
“Los mejores doctores están concentrados en Shanghái y Pekín”, mencionó Yuan Jiameng, quien es originaria de Zhejiang, pero trabaja en Pekín, y hace poco buscó tratamiento para su padre por un padecimiento estomacal, según comentó.
Para Yuan, la noción de la “prosperidad común” sigue siendo distante. “En la vida real, no son palabras que utilicemos mucho”, agregó.