Esta se encuentra dentro del apartado de «Enfermedades mentales y adicciones», dentro de la misma categoría que la ludopatia (la adicción patológica a los juegos de azar y las apuestas), así como el alcoholismo y el tabaquismo; donde el afectado se hace daño física y mentalmente al recurrir a estas prácticas, pero aún así se mantiene continuamente en las mismas.
Para el caso de los interactivos, señalan que el afectado le da prioridad al entretenimiento electrónico por sobre otras cosas, como sus obligaciones diarias, así como otros posibles intereses; ensimismándose en el mundo virtual, lo cual también corta poco a poco sus lazos y facultades sociales fuera de dicho ambiente; puesto que no reconoce las relaciones en línea (modos multiplayer) como válidas, simplemente es otro estrato de la adicción.
Empresas y asociaciones de videojuegos no están de acuerdo con la enfermedad
Desde que la OMS anunció su propuesta de añadir esta enfermedad, organizaciones, desarrolladoras y jugadores en general se posicionaron en contra; argumentando que hacen falta estudios más objetivos para hacer la categorización. Si bien la ESA(máximo organismo en materia de videojuegos), acepta que todo exceso, incluido el de los videojuegos, es malo para la salud; considera que las investigaciones no son concluyentes del todo.
Sobretodo porque la industria ha evolucionado rápidamente; se considera que hay lagunas en casos relacionados a las personas que tienen una actividad profesional alrededor de los videojuegos, como periodistas, desarrolladores, reseñadores, pro gamers e incluso streamers, quienes deben de dedicar una buena parte de su día a estar jugando.
Será hasta el 2022 cuando se haga una nueva revisión de la lista, donde se puede ratificar o eliminar el mencionado trastorno.
Con información de Polygon.