La última actividad que tuvo en sus redes sociales fue darle un like a la publicación de una amiga a las 00.50 horas del 1 de enero de 2021.
Conforme avanzó el día y no salía de su habitación, su madre fue a buscarlo. Al abrir la puerta lo encontró colgado del cuello. Jorge apenas tenía 15 años y se había suicidado. A nadie le había contado sobre sus planes.
«Nos llamó para desearnos un feliz año. Se escuchaba bien. Nunca nos imaginamos lo que iba a ocurrir”, relata su abuela.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tan solo en 2020, 1,150 menores de edad optaron por quitarse la vida. La cifra representa el 14.5% de los 7,896 suicidios registrados en todo el país.
Este número de suicidios entre menores de edad es inédito en el país, sobre todo en el caso de los menores entre 10 y 14 años. De acuerdo con los registros del INEGI, en este rango de edad se suicidaron 278 menores. De 2019 a 2020 la cifra aumentó un 37% y se colocó como la tercera causa de muerte entre los menores de edad después de los accidentes (523) y el cáncer (494).
Según la Organización Mundial de la Salud, para prevenir el suicidio es necesario vigilar y dar seguimiento al número de casos, y mejorar la integridad, calidad y oportunidad de sus datos, pues en el mundo cada año mueren aproximadamente 800,000 personas a causa de lesiones autoinfligidas. Esto significa que hay un deceso por esta causa cada 40 segundos.
Hay ocasiones en las que ni la vigilancia ni la terapia son suficientes.
La depresión, un detonante del suicidio
Dalí, el hijo de América, se suicidó a los 17 años de edad. Desde los 8 años fue diagnosticado con depresión severa. Aunque su madre tomó terapias de todo tipo con él, la condición del joven siempre presentó altibajos.
América se dio cuenta de que las cosas empeoraron luego que Dalí fue diagnosticado con escoliosis, una curvatura anormal de la columna vertebral, lo que agravó su depresión.
«Hace más de 6 años que sucedió esta situación con mi hijo. Desde los 8 años empezó a cambiar su forma de ser y estuvimos en terapia; como a los 11 empezamos con otro tipo de terapia porque a él se le detectó escoliosis y eso agravó muchísimo más los síntomas de la depresión. Fueron pasando muchas cosas, no solamente emocionales, sino también físicas en su vida como niño, adolescente, preadolescente, y eso lo orilló a vivir en depresiones constantes”, relata América en entrevista.
A diferencia del caso de Jorge, en el que aparentemente el suicidio ocurrió sin ninguna señal de alerta, en el caso de Dalí hubo intentos previos y el joven también se autolesionaba, por lo que la vigilancia por parte de su madre era constante.
Sin embargo, una tarde de marzo de 2015, América encontró a Dalí ahorcado dentro de su clóset.
Ella refiere que en los días previos, Dalí estaba de buen humor, bromeaba y convivía con ella y sus amigos, lo que la hizo pensar que la terapia alternativa basada en actividades artísticas estaba dando resultados. El único dato anómalo fue que sus patrones de sueño comenzaron a alterarse.
La noche anterior al suicidio de su hijo, América recuerda que el joven estuvo hasta altas horas de la madrugada viendo películas, escuchando música. La última vez que lo vio vivo fue cuando entró a su habitación a apagar la computadora. El joven estaba dormido.
Al siguiente día, a la hora de la comida, América fue a la habitación de Dalí a llamarlo, pero al no haber respuesta entró a su cuarto.
«Cuando una persona ya lo decide, se calma, como que empieza a vivir normal, empieza a comer otra vez, empieza a contarme cosas, es decir, normal como cuando no estaba en la etapa depresiva.
«Pero no tienes las decisiones efectivas para que se paren o para calmarlo o para controlar su depresión. Simplemente ya llegó a un punto en el que no quería vivir”, dice.
La realidad es que sólo alrededor del 25% de quienes intentan quitarse la vida buscan atención médica, según el documento “Prevención del Suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de comunicación”, de la ONU.
La organización detalla que entre las personas que planean o planearon suicidarse, el 42% dijo sentirse triste y el 40% señaló que no tenía motivación en la vida.
Según el INEGI, 66.9% de las personas mayores de 12 años en México han referido sentirse deprimidas algunas veces al año, 11.5% cada mes y 11.7% cada semana. El porcentaje de personas que dijeron estar deprimidas todo el tiempo alcanza el 9.9%.
Un duelo largo y vulnerable
Para los parientes de jóvenes que se suicidaron, el camino para la recuperación puede ser largo y difícil.
Primeramente, el suicidio es considerado una muerte violenta y no natural, por lo que las autoridades deben investigar el caso para deslindar cualquier responsabilidad… ahí comienza el calvario de las familias.
Cuando Dalí se quitó la vida, América pidió auxilio médico, pero al declarar que su hijo no tenía signos vitales, la policía se le acercó para tratar de persuadirla de que le convenía declarar que la muerte de su hijo había sido natural.
América sospecha que existía un contubernio entre policías y funerarias, pues incluso le dieron la dirección de una en la que le podían entregar el certificado de defunción señalando muerte natural.
«La policía por parte del MP te dice: ‘¿para que llegamos al MP?, mejor le ponemos que es muerte natural. Así me lo dijeron, que el acta de defunción salga como muerte natural. Te tratan de convencer. ‘Mire, le van a tener que hacer la autopsia y va a tener que estar ahí toda la noche’, dijeron. Te lo pintan como un problema mayor”, recuerda.
Con Jorge, la situación fue parecida. Cuando los policías y personal forense llegaron a su casa, le plantearon a su familia que por tratarse de una muerte violenta los procesos podrían demorar, y más por ser principio de año, por lo que dijeron que el cuerpo lo podrían recuperar hasta cinco días después.
«Las opciones que dieron para agilizar trámites fueron o decir que Carlos murió por causas naturales u ofrecer ‘propinas’ para acelerar la entrega del cuerpo”, refiere su abuela.
En el caso de Dalí, la Fiscalía inscribió a América y a su familia en un grupo de ayuda al que acudían parientes de víctimas de la violencia, por lo que había padres y madres de asesinados, mujeres violadas, familiares de jóvenes desaparecidas.
América recuerda que en los días posteriores al suicidio de Dalí escuchar las experiencias de otras familias la deprimió todavía más. Y no era solamente a ella: uno de los miembros de la familia que asistía rutinariamente a esos grupos terminó por conseguir ayuda adicional y desarrolló una adicción al clornazepam para poder conciliar el sueño.
En muchos casos, como el de los parientes de Jorge, ni siquiera hubo esta opción.
«Aquí en México el proceso es un viacrucis para todos los supervivientes, que así le llamamos a las personas que estuvieron alrededor de una persona que se quitó la vida, pues tiene que pasar por una serie de procesos y de cuestiones legales y de trámites para que en el acta se determine exactamente las causas reales por las que alguien murió”, apuntó el presidente de la Asociación Mexicana de Suicidología, Alejandro Águila Tejeda.
Tras el suicidio de Jorge, su abuela recuerda que permaneció casi dos meses sin poder levantarse de su cama y perdió casi 10 kilos.
Al ver la situación en la que se encontraba, sus hermanas procuraron distraerla y la invitaban a reuniones familiares a las que rara vez asistía.
«Ellas me llevaron con un tanatólogo y con un psiquiatra para tratar la depresión”, relató.
La condición de la abuela de Jorge se complicó, pues contrajo COVID-19 y tuvo que estar aislada durante casi un mes, justo cuando estaba por comenzar su tratamiento.
Para América, el suicidio de Dalí también la llevó a tener ideas suicidas.
Suicidio, una muerte estigmatizada
En el catolicismo, el suicidio es equivalente a un asesinato, mientras que en el judaísmo, los suicidas no pueden ser enterrados en el mismo panteón que el resto de los fallecidos.
Según la época y la tradición, el suicidio ha sido considerado un crimen, un pecado o producto de una enfermedad mental.
Culturalmente, el suicidio es condenado y genera un estigma, refieren especialistas y psicólogos.
Hablar de suicidio tiene una situación bastante compleja, porque hay una condición histórica. Es decir, efectivamente hay muchos mitos respecto al suicidio. Se consideraba que era pecado o que era de locos, o que la persona estaba endemoniada. Y entonces no solo se castigaba a la familia de alguien que se había suicidado, sino si alguien lo intentaba y no lo lograba. Y esto llevó a la sociedad a que fuera un tema que no se hablara fácilmente”; explicó el presidente de la Asociación Mexicana de Suicidología.
En el caso de Jorge, luego de las pesquisas de la Fiscalía, el sepelio fue discreto. Al ser cuestionados sobre las causas de la muerte del niño, sus parientes no ahondan en detalles y se limitan a decir que fue un accidente.
Con América ocurrió algo similar. Ella terminó aislada durante algún tiempo, pues debido a la estigmatización, incluso miembros de su familia se alejaron de ella.
La persona se suicida y ya, pero los que estamos aquí somos los que nos quedamos a sufrir. Y obviamente se rompen relaciones. Por ejemplo, la mayoría de mis amigos ya no me habla porque no saben cómo hablarme, no saben cómo enfrentar a una persona que pasa por eso; con la mayoría de mi familia no tengo contacto, por lo mismo. Se ve como algo donde tú fallaste, no que la sociedad está fallando, que las escuelas están fallando, no es todo eso, eres tú como familia, entonces muchos obviamente prefieren no hablar de eso y ocultar la realidad”, dice.
Soy una mamá que sigue siendo mamá, aunque ya no tenga a mi hijo”, explica.
Señales de alerta
De acuerdo con información proporcionada por la Línea de la Vida, algunas señales de alerta de un suicidio son:
Falta de apetito
Insomnio
Dolores de cabeza
Ansiedad
Falta de ánimo
Aislamiento
Autolesiones
Abuso de sustancias
Abandono de actividades que eran importantes
Formulación de planes para quitarse la vida
La Sociedad Mexicana de Suicidología sugiere que la persona que ha manifestado sus intenciones de cometer suicidio hable primero con alguien de confianza y con quienes le puedan brindar ayuda profesional. En caso de no contar con el número de un especialista, recomienda solicitar asistencia en líneas de atención telefónica como Locatel, la Línea de la Vida o el 911.
Si conoces a alguien que esté en riesgo de cometer un suicidio puedes hacer lo siguiente:
Busca un lugar adecuado para hablar con la persona.
Sé respetuoso y dile que estás preocupado por él o ella.
Establece un clima de confianza y pregunta directa y claramente “si ha pensado en quitarse la vida”
Escúchale en todo momento.
Si la respuesta es SÍ, debes buscar ayuda profesional de inmediato.
Dile que le ayudarás a buscar alternativas de solución a su problema y que será necesario acudir con un especialista, preferentemente un psicólogo.
Entre las recomendaciones para la intervención están:
Mantén la calma, no le juzgues ni discutas sus razones.
Tampoco hables de ti y tus problemas, aunque sean similares a los de la persona en riesgo: hablar de cómo tú resuelves tus problemas, puede hacerle sentir que no le tomas en cuenta o no le escuchas realmente.
No le dejes solo, hasta que haya acudido con el especialista que va a orientarle y protegerle.
Tu intervención es fundamental porque tal vez seas la única persona que, en ese momento, pueda ayudarle.