La escenificación matizada con la visión histórica del Ejército mexicano significó la participación de mil 400 mujeres y hombres de sus filas que realzaron los hechos históricos. La narrativa se amplió a la fachada de la catedral metropolitana y en dos pantallas gigantes montadas al costado del asta bandera que reprodujeron los capítulos del Grito de Dolores, el levantamiento de José María Morelos y Los Sentimientos de la Nación, la firma del Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba y la entrada del Ejército Trigarante a la capital del nuevo país.
Para desplegar el evento, que no tuvo antecedente –por la fecha de celebración– se cerraron las calles aledañas al Zócalo y sus centenarios edificios. El ingreso se restringió, permitiendo el acceso sólo a los invitados especiales, entre los que se encontraban las familias de los jefes militares. Al resto de familias que pretendían entrar se les negó el paso. También entre los atentos asistentes se manifestaba la sorpresa cuando pasaba, de boca en boca, que el costo de la ceremonia sumó 35 millones de pesos.
Y de ahí recaló en la importancia que tiene mantener relaciones de amistad con todas las naciones del mundo. “Nos declaramos partidarios de la paz, de la soberanía y del amor. Aunque no olvidamos, sostenemos que es tiempo del perdón y del respeto mutuo.
“Ahora, por ejemplo, mantenemos buenas relaciones con la Iglesia católica gracias –en mucho– a que el papa Francisco es un verdadero cristiano, un defensor de los pobres. Con motivo de esta conmemoración ha enviado una carta a los católicos de México en la cual, con profunda humildad, reconoce los errores cometidos en el pasado que han sido, cito textualmente, ‘muy dolorosos’”.
También agradeció los mensajes de amistad recibidos desde otros países, y recordó “la frase del mejor presidente de México, Benito Juárez, según la cual ‘entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’, siempre será la guía de nuestras acciones en materia de política exterior y la cordialidad nunca dejará de ser nuestro principal distintivo. México ha sido, es y seguirá siendo sinónimo de amistad para todos los pueblos del mundo. ¡Qué viva la fraternidad!”
Además de reproducir el video del mensaje del presidente de Estados Unidos Joe Biden –que se dio a conocer un día después de los festejos del 16 de septiembre–, Leonardo Sandri, vicedecano del Consejo Cardenalicio de la Santa Sede, intervino para recomendar hacer a un lado el conflicto y la polarización. El prelado convocó a la fraternidad que permita construir la libertad.
Al final, mientras la bandera monumental de las tres garantías ondeaba en el asta bandera, sobre el Zócalo se alzaron los fuegos de artificio, que con los tres colores del lábaro provocaron que se enchinara la piel, y en la plancha con el huapango de José Pablo Moncayo, y Mi Ciudad de Guadalupe Trigo, el Ballet Nacional de Danza Folclórica, culminó el festejo histórico, con el mensaje de lealtad de las fuerzas armadas al pueblo de Mexico.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]