Con un peso de aproximadamente 50.000 veces la masa de nuestro Sol, el agujero negro es más pequeño que los agujeros negros supermasivos (a millones o miles de millones de masas solares) que se encuentran en los núcleos de las galaxias grandes, pero más grande que los agujeros negros de masa estelar formados por el colapso de una estrella masiva.
Estos llamados agujeros negros de masa intermedia (IMBH) son un «eslabón perdido» buscado desde hace mucho tiempo en la evolución de los agujeros negros.
Aunque ha habido algunos otros candidatos a IMBH, los investigadores consideran que estas nuevas observaciones son la evidencia más sólida hasta la fecha para agujeros negros de tamaño medio en el universo.
Se necesitó el poder combinado de dos observatorios de rayos X y la visión aguda del telescopio espacial Hubble de la NASA para atrapar esta bestia cósmica.
«Los agujeros negros de masa intermedia son objetos muy difíciles de alcanzar, por lo que es fundamental considerar cuidadosamente y descartar explicaciones alternativas para cada candidato. Eso es lo que Hubble nos ha permitido hacer por nuestro candidato», dijo Dacheng Lin, de la Universidad de New Hampshire, investigador principal del estudio. Los resultados se publican el 31 de marzo de 2020 en The Astrophysical Journal Letters.
La historia del descubrimiento se lee como una historia de Sherlock Holmes, que involucra la meticulosa construcción de casos paso a paso necesaria para atrapar al culpable.
Lin y su equipo utilizaron el Hubble para dar seguimiento a las pistas del observatorio de rayos X Chandra de la NASA y el XMM-Newton de la ESA (Agencia Espacial Europea).
En 2006, estos satélites detectaron una potente llamarada de rayos X, pero no pudieron determinar si se originó dentro o fuera de nuestra galaxia. Los investigadores lo atribuyeron a una estrella que se desgarró después de acercarse demasiado a un objeto compacto gravitacionalmente poderoso, como un agujero negro.
Sorprendentemente, la fuente de rayos X, llamada 3XMM J215022.4? 055108, no estaba ubicada en el centro de una galaxia, donde normalmente residirían agujeros negros masivos.
Esto aumentó las esperanzas de que un IMBH fuera el culpable, pero primero tuvo que descartarse otra posible fuente de la llamarada de rayos X: una estrella de neutrones en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, que se enfría después de calentarse a una temperatura muy alta. Las estrellas de neutrones son los restos aplastados de una estrella explotada.