Este lunes la comisión oficial de investigación presentó sus conclusiones sobre el naufragio del ferry MV Butiraoi donde murieron por hambre, sed e hipotermia 95 personas de Kiribati, país oceánico al sur de Hawái.
La embarcación de 17.5 metros de eslora zarpó el 18 de enero del 2018 de la isla de Nonouti hacia Tarawa, la capital del país, con 102 personas y carga considerable a bordo.
La nave comenzó su trayecto de forma ilegal porque expiró su licencia el 1 de enero y no tenía suficientes chalecos salvavidas.
La comisión afirmó que el capitán estaba borracho y «mostró una completa falta de liderazgo», puesto que el barco entró en altamar donde encontraron oleajes de 2.5 metros de alto que comenzaron a hundir el bote.
El oficial no pidió socorro cuando comenzaron a tener problemas, lo que agravó mucho el número de muertos.
Durante la evacuación no pudieron inflar un bote salvavidas por un agujero. Los tripulantes buscaron un segundo bote pero colapsó por peso excesivo.
60 personas, la mayoría niños y mujeres, dejaron el barco en dos embarcaciones hechas de aluminio, sin agua ni comida.
La travesía iba a durar sólo dos días pero hasta ocho días después declararon desaparecido el MV Butiraoi.
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El 28 de enero, 1530 horas después del hundimiento del barco, un avión vio el único bote restante con siete supervivientes en él.
La investigación concluyó que si empezaban antes las labores de rescate pudieron salvarles la vida.
La mayoría de las víctimas, si no es que todas “perecieron de hambre, deshidratación e hipotermia». Las únicas que fallecieron por otras causas fueron una mujer que no sobrevivió a un parto y una persona que murió por lesiones.