«Ahora ya la casa está sola, fría, ya no hay ni quien en esa casa, todo se acabó. En un mes se acabó todo», sentencia María del Carmen Álvarez, sobrina del matrimonio conformado por Emilio de 68 años y Aurora de 65, quienes a pesar de ser los mayores de la familia, fueron los últimos en fallecer por la irrupción del nuevo coronavirus.
Julio César, el menor, fue el primero que se contagió la enfermedad y que fue internado en un hospital. Sus condiciones de salud, padecía hipertensión, dejaban sus esperanzas de vida en un sitio riesgoso, sin embargo su hermano Ricardo, de 45 años, fue la primera víctima mortal en la familia.
María del Carmen narra que en cuanto se supo que los hijos del matrimonio habían dado positivo a Covid-19, ambos tuvieron un deterioro de salud rapidísimo. A Ricardo le faltaba el oxígeno, abría la boca con desesperación, recuerda.
«Lo llevaron al hospital, pero más tardaron en recibirlo que en decirles que tenía ya media hora de haber muerto»
La primer muerte ocurrió a finales de abril, el cuerpo de Ricardo fue incinerado el 30 de ese mes. Tan solo unas horas después, ocurrió la segunda defunción, Julio César, el hermano menor de la familia, también falleció.
Pero el ver morir a sus hijos, no fue el fin de la tragedia para Don Emilio y Doña Aurora. Ellos también se habían contagiado.
Transcurrieron solo 8 días para que se registrara la tercer defunción en la casa de la familia Sánchez González, ésta vez le tocó el papá y sin dar tregua, 5 días más tarde, el 13 de mayo, la mamá también perdió la vida, narra María del Carmen.
«Fue una cosa desesperante, impotencia de ver como llega la muerte y sin poder hacer nada»
Ante la dramática historia que le tocó vivir en carne propia, María del Carmen pide a la población tomar en serio la gravedad de de la situación, por lo cual hace un llamado a todos para extremar precauciones, cuidar a los hijos y a los padres, porque la muerte por Covid-19, «es una cosa horrible».