La llamada de Robles llegó ayer desde un teléfono de Santa Martha Acatitla. Le pregunté cómo fue esa noche de la semana pasada en la que —luego de que un tribunal colegiado le otorgara el amparo para seguir su proceso en prisión domiciliaria— el juez Ganther Alejandro Villar tomó la decisión de mantenerla en prisión preventiva, argumentando un “elevado riesgo de fuga”.
“Iba yo muy feliz. Me había despedido aquí de todo el mundo. Desde que empecé a oír la argumentación del juez, me empecé a dar cuenta de hacia dónde iba”, comentó.
Esa noche regresó a la celda que ha ocupado desde hace más de dos años. Dice que la invadió la impotencia, la frustración.
Explica que, hasta ahora, ha ganado jurídicamente todos los argumentos que se han esgrimido en su contra, “pero entonces el juez señala que represento un gran riesgo de fuga”.
Me habían prevenido que Robles podría hablar sólo siete u ocho minutos. Salvo una interrupción, “porque había unos señores gritando”, la charla se prolongó durante casi 30. Esta es una versión editada:
Emilio Lozoya está en la calle y usted en la cárcel. ¿Qué opina de eso?
—Es lo que le dije al juez, le dije: ‘El mensaje que usted me está queriendo dar y que le da al país es que necesitamos ser prófugos, que nos traigan, que tengamos cuentas millonarias personales y de nuestras familias, nuestras hermanas, nuestra madre, nuestras esposas, ser un delincuente confeso y estar tranquilamente en la calle’.
En cambio, al presentarme, porque lo que él dijo es que lo que acreditaba el riesgo de fuga es que yo había dicho antes que había ido a un viaje de estudio y luego dije que de placer. Yo comenté: ‘¿Y qué importa a qué fui? Lo importante es que estuve el día que a mí me convocaron’.
Eso no se puede olvidar, y se lo dijo la magistrada Porras: ‘La litis no es el motivo de su viaje, ella pudo haber estado donde quisiera, la litis es que se presentó y eso es lo que se debe valorar’, y el juez volvió a esos argumentos, como si estuviera yo en una audiencia primera, como si no hubieran pasado dos años y medio.
¿Estamos ante una venganza política, un juez de consigna?
—Ante un juez de consigna, una venganza política y yo creo, un gran miedo a que esté afuera.
¿Qué es lo que no quieren que diga o qué es lo que no le perdonan?
—No me perdonan… pues ya sabemos qué no me perdonan.
¿Qué es?
—Lo más importante es que no me haya querido someter, que no haya querido ser una mala copia.
¿A qué se refiere?, ¿le pidieron que inculpara o incriminara a alguien en específico?
—No, no. No, una mala copia, en aquel momento. En el momento en el que íbamos todos juntos. Mientras era la segunda de a bordo, estaba perfecto; mientras siguiera órdenes estaba muy bien. Cuando empecé a tener yo mi personalidad política, ya no estaba tan bien.
¿Le han pedido que incrimine a alguien para obtener algún beneficio? Hubo un intento de acogerse al principio de oportunidad…
—Hubo una propuesta, yo no sé si directamente venía del abogado que en ese momento estaba siguiendo alguno de los casos, que me pedían concretamente que incriminara a personalidades del gobierno anterior y yo por supuesto no estoy dispuesta a incriminar a nadie en situaciones que son absolutamente falsas.
¿Y estas personalidades quiénes eran?
—Pues, desde luego, Luis Videgaray. El presidente Enrique Peña Nieto.
¿No había elementos para inculparlos en nada?
—Relacionados conmigo, en lo absoluto. Porque además han pasado años, y lo que hay es una investigación periodística, no una investigación judicial que acredite que hubo contratos simulados, con triangulación de recursos hacia las universidades.
¿Usted se considera una presa política, Rosario, del gobierno de Andrés Manuel López Obrador?
—Absolutamente, de este régimen. Contra mí se ha descargado todo el poder de un Estado porque, voy a recordar, a mí se me inhabilitó 10 años, por 2 mil pesos que supuestamente no declaré, 2 mil pesos que nunca fueron de mi propiedad. Pregunto: ¿Ya se pidió la inhabilitación de los funcionarios del gobierno actual y exfuncionarios de este mismo gobierno que aparecieron en los Pandora papers y que no manifestaron estos recursos?
Agregó Robles:
—Se me llevó a un juicio político sin que hubiera ya litis, porque el sentido era destituirme de un cargo que ya no ocupaba para ejercer una acción penal en mi contra, ¡pero yo ya estaba en la cárcel! Era un circo.
Afortunadamente, la Cámara de Senadores tuvo otra altura y no prosiguió, pero la Cámara de Diputados, encabezados por Torquemada, hizo este juicio político. ¡La bancada del Presidente [López Obrador]!
Sabemos que la Cámara de Diputados no se mueve, si no es por orden del Presidente.
Luego vamos a esto: yo gano en los amparos una protección de la justicia federal; sin embargo, se hacen a un lado los amparos y se hace alusión a otro tipo de argumentos, que ya habían sido rebasados en audiencias anteriores.
El juez dice que ni siquiera acredité que hubiera yo estado de viaje, aunque mostré los boletos cuando me fueron requeridos. A ese grado. Y si ya el amparo, que es el recurso que tenemos los mexicanos contra cualquier abuso de poder, no tiene su vigencia, de qué estamos hablando.
¿Tiene todavía esperanza en la justicia mexicana?
—Tengo esperanza en el sistema judicial, porque demostró con este juez de Amparo y con el Tribunal Colegiado que la ley existe todavía. No tengo esperanza en quienes son jueces de consigna que, lamentablemente se está demostrando, sigue habiendo.
Si lo debo de decir categóricamente, a mí me protegió y amparó el sistema judicial.
Había anunciado que acudiría a una instancia internacional a denunciar su caso, ¿qué es lo que ve para adelante en su proceso?