Nacieron en Chile y se comunican en español -tienen, de hecho, pasaportes chilenos-, pero fueron deportados por autoridades migratorias de Estados Unidos a Haití, uno de los lugares más peligrosos del continente.
«Llevamos varias semanas aquí y los niños no entienden qué pasa. Estamos sin salir porque tengo miedo de que algo les pueda pasar porque aquí la situación es muy fea», le dice la madre de los menores, natural de Haití, a BBC Mundo.
La familia partió del norte de Chile hace un par de meses, cruzaron el Tapón del Darién en Panamá y subieron hasta la frontera norte de México, donde fueron arrestados por la patrulla fronteriza de EE.UU.
«Nos tuvieron una semana presos en Texas, sin siquiera poder bañarnos. Nos trataron muy mal. No nos dejaban ni ducharnos. Los blancos podían ducharse y nosotros no. A los blancos los dejaron y a nosotros nos mandaron para Haití, donde no tenemos familia, donde no tenemos nada», agrega.
La mujer cuenta que sus hijos nunca habían estado en Haití, ni siquiera son ciudadanos haitianos, y dice que emigró con ellos pensando que les podría dar una mejor futuro en Estados Unidos.
«Yo quería una mejor vida para ellos y por eso me fui a Chile y por eso traté de llevarlos a Estados Unidos. No quería que tuvieran que vivir en el peligro por el que yo me fui de este país y ahora estamos aquí», agrega.
Tras la reciente caravana de migrantes haitianos que llegó a la frontera sur de Estados Unidos, miles de ellos han sido enviados de vuelta a la nación del Caribe, incluidos centenares de menores de edad que nacieron en otros países de América Latina y son ciudadanos de esas naciones.
BBC Mundo contactó con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos para conocer las bases legales de la deportación de estos menores a Haití y su posición sobre las denuncias realizadas en esta historia, pero no tuvo respuesta antes de la publicación.
Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 800 niños fueron deportados por EE.UU. a Haití entre el 19 de septiembre y el 4 de noviembre pasados.
De ellos más de 400 habían nacido en Chile, 84 en Brasil, seis en Venezuela y uno en Ecuador, otro en Nicaragua y otro en Panamá.