El día del ataque, Jefferson celebraba junto a sus amigos y compañeros de clase el fin del periodo escolar. En algún punto de la noche, el joven agredido se alejó del grupo para ir al baño, pero el tiempo pasó y la gente que lo acompañaba notó que su ausencia y comenzaron a buscarlo por las calles cercanas a la zona en la que estaban en la ciudad de Moreno, en Pernambuco, al noreste del país.
Los amigos de Jeff (como le dicen sus seres queridos) lo encontraron tirado en una calle, bajo un pedazo de loza, completamente desnudo, inconsciente y a punto de ahogarse con su propia sangre, relata su familia.
Luego de que los servicios de emergencia locales llegaran al lugar y trasladaran a Jeff al hospital, los médicos le encontraron lesiones graves en pulmones, cerebro y cráneo, entre ellos un coágulo que oprimía la masa encefálica.
Tras pasar un mes en cuidados intensivos y en estado de coma, Jeff despertó pero tal como relata su familia, “ya no era el mismo de antes”.
“No habla, no camina, ni expresa reacciones. Necesitó de una traqueotomía para mejorar su respiración y ahora sólo se alimenta con una sonda”
Hace menos de una semana, Jeff fue dado de alta del hospital de especialidades Tricentenario ubicado en Olinda, el equipo médico determinó que el peligro ha pasado y que puede volver a casa, pero ahora depende completamente de su familia y requiere de una gran cantidad de equipo, instrumentos y cuidados para mantenerse vivo.
Con la intención de contarle al mundo lo que sucedió y de buscar que quienes conozcan su historia puedan ayudarles, la familia de Jeff ha creado una página de Facebook en donde documentan sus progresos y hablan de su estado de salud. También abrieron la cuenta Ajude o Jeff en Vakinha, un sitio brasileño para recaudar fondos.