El poeta y promotor cultural español, Uberto Stabile, recordó cómo conoció al traductor y aseguró que era una de las personas más brillantes con las que se había encontrado.
«De madrugada aquí en España me despertó el teléfono con una tristísima noticia, habían asesinado en Chihuahua, México, al poeta y profesor Enrique Servín. Él junto a su paisano Carlos Montemayor eran posiblemente los mayores especialistas en culturas y lenguas índigenes del norte de México. Conocí a ambos en Ciudad Juárez, en el verano de 2009, durante el Festival Literatura en el Bravo organizado por Jorge Humberto Chávez», escribió Stabile en su muro de Facebook.
El autor mexicano, considerado como uno de los intelectuales más destacados en la historia de Chihuahua, fue asesinado entre la noche del martes y la madrugada del miércoles, en su vivienda de la ciudad de Chihuahua. De acuerdo con las primeras investigaciones del crimen, el cuerpo del poeta tenía un golpe en la frente y hasta hoy no ha sido encontrado su automóvil.
«Dominada numerosas lenguas, tenía un portentoso bagaje intelectual y era un excelente poeta, y como toda persona brillante era además un ser extremadamente cordial, educado y cercano, con esa seguridad y humildad que poseen quienes de verdad son grandes», agregó Stabile.
Edmundo Lizardi, coordinador del encuentro de escritores Lunas de Octubre en Baja California Sur, calificó a Servín como «un erudito, políglota, estudioso de la cultura y la lengua rarámuri».
Indicó que asistía cada año al festival literario desde 2006 y lamentó que una muerte furtiva impediría recibirlo en Los Cabos dentro de unas semanas en la edición número XVI de uno de los eventos de letras más importantes en el país.
¨Llegó a suspender y posponer viajes al extranjero, para no dejar de asistir a su cita anual con la California Mexicana. Se desprendía del grupo y se iba solo a caminar la ciudad, se metía a los mercados en busca de dulces de conserva , y ya conocía los mejores restaurantes chinos y cafeterías donde podía consumir sus pastelillos predilectos¨, añadió Lizardi.
Dijo que uno de los momentos más emotivos vividos en Lunas de Octubre fue cuando Servín ofreció una conferencia magistral sobre la historia de la novela en el Centro Cultural La Paz.
«Lo hizo con tal autoridad, ilustración, amenidad, brillantez, que el publico que atestaba el patio del antiguo cuartel militar, se le entregó con una prolongada ovación de pie que me remitió a las provocadas por los recitales del poeta Jaime Sabines. Escuché la conferencia de pie, al lado de los escritores Eduardo Antonio Parra y Nacho Trejo Fuentes. Ambos estaban igualmente impactados, pues además, hasta ese momento sabían muy poco del conferencista. Un hombre que con toda su ilustración y talento, que dominaba una veintena de lenguas, nos dio una gran lección de sencillez y calidad humana.
El poeta tijuanense Roberto Castillo Udiarte se unió al dolor que embarga a la comunidad intelectual nacional, luego de enterarse del asesinato de Servín.
«Noticia que nunca hubiera deseado recibir: la violencia cobra la vida de mi amigo de años, hermano menor, máster políglota y gran conversador Enrique Alberto Servín Herrera con quien, hace unos meses, en Ciudad Juárez, habíamos pactado encontrarnos este mes, en ‘lunas de octubre’ en cabo San Lucas, para seguir platicando de nuestra pasión por las traducciones literarias».
El poeta y catedrático de la Universidad de Nuevo México en Las Cruces, José Manuel García, mostró también su tristeza por la partida de Servín.
«La violencia en mi terruño, han matado a un escritor, a un amigo», escribió en su muro de Facebook.
El poeta y pintor Alfredo Espinosa, uno de los autores cercanos a Servín, se despidió este jueves así de él: «Somos de barro y nos quebramos pronto. Y aún sabiéndolo duele. Uno de los mejores amigos que he tenido en la vida, uno de los grandes protagonistas de la cultura mexicana murió víctima de violencia. Lo escribo y no lo creo. ¿Ya no tomaremos café ni conversaremos del mundo calamitoso? ¿Ya no leeremos poesía juntos? Enrique Servín Herrera, buen viaje».
Horas antes, Espinosa escribió que «sin Servín, Chihuahua era inconcebible, un hombre sabio de enorme corazón».