De acuerdo con el cronista Ignacio Esparza Marín en su Monografía Histórica de Ciudad Juárez, el depósito suministraba agua a toda la población y era llenado con una bomba que funcionaba primero con un motor de gasolina y después eléctrico.
En aquellos tiempos un hombre afectado de sus facultades mentales, conocido por todos como “El Loco Police”, deambulaba por las inmediaciones del mercado Cuauhtémoc, la Misión de Guadalupe y la Presidencia municipal viviendo de la caridad de la gente.
Lo mismo se le veía en temporada de calor que de frío sin que nadie le diera albergue, hasta que un día el hombre subió al depósito de agua y abrió la tapa utilizada para darle mantenimiento y limpiarlo.
Al estar mirando al interior perdió el equilibrio y cayó dentro, donde se ahogó.
El incidente pasó desapercibido y nadie lo echó de menos, hasta que un día por las llaves de agua de algunas casas empezaron a salir pedazos de ropa, y tras recibir la queja las autoridades, investigaron.
Empleados de gobierno revisaron el depósito y encontraron en el interior los restos del “Loco Police”.
La noticia no fue divulgada y las autoridades desmantelaron el tinaco y argumentaron que algunas de sus partes habían sido robadas, cuando la realidad fue que por mucho tiempo la población tomó agua del “Loco Police”.
La situación no paró ahí. Los juarenses empezaron a reportar que de noche era frecuente escuchar gritos y ver el fantasma de quien murió en la cisterna.