El narcotraficante, que es el primer testigo que declara en el juicio contra el ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, dijo que mandos militares y soldados impidieron, al menos en una ocasión, que Jesús Zambada García, «El Rey Zambada», fuera capturado.
Al narrar la guerra que se desató al interior del Cártel, tras el rompimiento de los Beltrán Leyva, «El Grande» dijo que proporcionaron información sobre el paradero del «Rey Zambada», sin embargo, los militares vendieron esta información al capo y logró eludir la captura.
La detención de Zambada, aseguró, se consiguió en un segundo intento, pero en ese operativo el propio Villarreal y otros integrantes de los Beltrán Leyva fueron disfrazados de agentes de la entonces Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y ayudaron a elementos reales de la PGR para sorprender a «El Rey» en una casa de la Colonia Lindavista de la CDMX.
«El Grande» dijo que existía preocupación de que, una vez detenido «El Rey», fuese cambiado por otra persona, por lo que ordenó que se le tomarán fotografías, pues en México, por la corrupción imperante, todo es posible.
Ante los miembros del Jurado, Villarreal Barragán se quejó que el día de su captura, el 12 de septiembre de 2010, los elementos de la Marina que hicieron el operativo en su casa, en el fraccionamiento Puerta de Hierro, se robaron todo lo que pudieron.
El plagio
Durante su declaración, «El Grande» confirmó que García Luna fue secuestrado en Morelos por órdenes de Arturo Beltrán Leyva, «El Barbas».
El plagio del funcionario, de acuerdo con el dicho del narcotraficante, fue para advertirle que siguiera colaborando con su organización criminal, pues para esa fecha ya sostenía una feroz batalla en contra de sus antiguos aliados: Joaquín «El Chapo» Guzmán e Ismael Zambada García, capos del Cártel de Sinaloa.
García Luna fue interceptado cuando se dirigía a Cocoyoc, y llevado a una casa donde estaba «El Barbas», quien, entre otras cosas, le dijo que esa acción demostraba lo fácil que era llegar a él. Tras unas horas de charla entre ellos, lo dejaron en libertad.
Aunque «El Grande» no precisó la fecha, REFORMA publicó el 23 de octubre de 2008 que, el 18 de ese mismo mes y año, los escoltas del funcionario habían sido secuestrados por un comando armado que viajaba en ocho camionetas.
García Luna negó en ese entonces que él estuviera entre los plagiados y aseguró que se trataba de los elementos de su avanzada.
El pasado lunes, al iniciar su declaración, «El Grande» aseguró que «El Barbas» entregaba a García Luna, cuando este era director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) de 2001 a 2006 entre 1 y 1.5 millones de dólares mensuales para obtener protección.
Villarreal Barragán refirió que en una ocasión García Luna y Cárdenas Palomino les avisaron de un operativo desarrollado para capturar a Edgar Valdez Villarreal, «La Barbie», durante su boda en Acapulco, pero tras el pitazo, ningún miembro del cártel se presentó, incluido el novio.
El siguiente testigo presentado por la Fiscalía fue Tirso Martínez Sánchez, quien fue detenido en México en 2014 y extraditado a Estados Unidos.
Tras una primera exposición, en la que «El Futbolista» habló de su actividad en el trasiego de drogas, el juez Brian Cogan hizo un exhorto a los fiscales a que reconsideren si hoy, cuando se reanude la audiencia, continuará rindiendo su testimonio, pues el vínculo con García Luna es muy débil.
Intercambian cocaína falsa por real
En el juicio contra García Luna, Sergio Villarreal «El Grande» describió cómo los Beltrán Leyva fabricaban cocaína falsa para entregársela a policías corruptos en los decomisos de drogas.
El operador del cártel relató una historia en la que 20 toneladas de cocaína que pertenecían a Arturo Beltrán Leyva fueron interceptadas por funcionarios de Aduanas en un puerto en Manzanillo.
Entonces, dijo, Beltrán Leyva llamó al padre de un funcionario de Aduanas y los dos llegaron a una solución: reemplazar los bloques de cocaína incautados con bloques falsos hechos de azúcar y harina, mezcladas con acetona y éter.
«Envasaríamos (la droga falsa) como si fueran otros ladrillos de cocaína», dijo.
«Los cubrimos con barniz para que se vieran brillantes y parecieran ladrillos de cocaína».
Los ladrillos de azúcar y harina fueron luego intercambiados con los funcionarios de Aduanas por las 20 toneladas de cocaína real.
El intercambio permitió a los funcionarios de Aduanas afirmar que habían incautado drogas, mientras que el cártel no perdió la suya.
Eso complació a Beltrán Leyva, dijo «El Grande».
Señalan a ‘El Barbas’ por volar cabezas
Arturo Beltrán Leyva, «El Barbas», le voló la cabeza a dos mujeres por hablar mal de su esposa, dijo ayer Sergio Villarreal «El Grande» al dar testimonio en el juicio contra el ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en Nueva York.
«El Grande», quien fuera uno de los operadores de los hermanos Beltrán Leyva, es uno de los testigos de los fiscales estadounidenses en contra del ex funcionario mexicano, acusado de cinco cargos en Estados Unidos, varios de ellos por narcotráfico.
Tras describir para la Fiscalía la colusión entre García Luna y el Cártel de Sinaloa, Villarreal fue interrogado por el abogado defensor César de Castro.
Ahí recordó que en una ocasión Beltrán Leyva le disparó a dos mujeres que estaban hablando mal de su esposa.
«Tomó el AK-47 y les voló la cabeza», dijo en la sala de juicio, cuando antes había asegurado que nunca había visto a Beltrán Leyva matar a alguien.
Cuestionado por De Castro sobre cómo pudo haberse olvidado de ser testigo de esos asesinatos, respondió que «no era trabajo. Arturo se estaba divirtiendo, estaba hablando con las mujeres».
Agregó que los sicarios «limpiaron» y quemaron los cuerpos de las víctimas en un auto.
«Era bueno en combate», dijo «El Grande» sobre su reputación. «Me temían».
Villarreal señaló que no sabe a cuántas personas mató porque en los tiroteos «no sabía si era su bala o la de alguien más».
La defensa de García Luna ha argumentado que el caso de los fiscales estadounidenses está basado en el testimonio de «secuestradores, asesinos y traficantes» que buscan vengarse del ex mando policial además de reducir sus sentencias.
De ahí que en el interrogatorio, De Castro llevara a Villarreal a describir algunas de sus operaciones sangrientas.