El papá de los migrantes oaxaqueños contó que el menor de sus hijos comenzó a deshidratarse y le fue imposible continuar su travesía. En tanto, su hermano decidió acompañarlo.
Facundo Mendoza Nolasco, padre de los hermanos, dijo que el “coyote” confesó el abandono de los hombres en algún sitio del desierto de Arizona.
De hecho, el traficante justificó su acción porque tenía que acompañar a los demás migrantes en su búsqueda del “sueño americano”. Por ello, no tuvo opción.
Fue una semana después de la tragedia, cuando el “coyote” avisó a la familia que abandonó a los hermanos en el desierto. Dijo que Carlos Enrique y Edgar no pudieron continuar la caminata.
“La ley de la vida así es en el desierto: si te quedas, te quedas”, fue la expresión del traficante ilegal de personas.
Se informó que los oaxaqueños se dedicaban a la construcción en su natal Tuxtepec. Debido a los bajos ingresos en el ramo, decidieron buscar una mejor vida.
El 27 de mayo, los hermanos dejaron atrás su comunidad con la esperanza de conseguir un trabajo bien remunerado que diera tranquilidad a sus familias.
Sin embargo, el desierto de Arizona tenía otros planes para ellos. Carlos Enrique, de 23 años, se deshidrató y no pudo más. Su hermano, Edgar, de 37, optó por acompañarlo en espera de un milagro. Ambos fallecieron.