La víctima, que ayer fue identificada como Alfredo R., de 49 años, salió a fumar del lugar en el que estaba con otras personas, cuando arribaron personas armadas por la calle 13 y le dispararon en varias ocasiones, para luego huir.
La agresión armada motivó llamadas de auxilio al número de emergencia, lo que generó una movilización de todas las corporaciones de seguridad, que hasta ayer por la tarde no había dado resultados.
La Fiscalía General del Estado Zona Centro (FGE) dio a conocer la identidad de la víctima y la apertura de la investigación correspondiente por el delito de homicidio, pero no había definido el móvil criminal ni los sospechosos del ataque.
Personal de investigación y de Servicios Periciales de la Fiscalía General del Estado reveló que en el lugar fueron encontrados ocho casquillos de calibre .9 milímetros, los cuales fueron disparados contra Alfredo R., que resultó con lesiones en diferentes partes del cuerpo.
Con éste, los hechos de sangre relacionados a bares alcanzaron una decena, más que en todo el 2023, cuando fueron siete las víctimas mortales en cinco negocios del giro nocturno.
En los últimos tres años y medio, más de 20 personas han perdido la vida en los ataques a balazos registrados tanto en el interior como en el exterior de estas negociaciones, eventualidades que han dejado más de una decena de personas heridas.
La mayor concentración de estos delitos, por su frecuencia y cantidad de víctimas, es entre 2023 y lo que va del año actual, de acuerdo a lo que ha documentado El Diario en sus publicaciones y los seguimientos informativos.
En 2021, dos ataques cobraron la vida de cinco personas; en 2022, sólo fue registrado un evento con una persona fallecida y tres más lesionadas; para 2023 la cifra de incidencias aumentó hasta cinco, con siete homicidios y seis lesionados; en 2024, en los casos de ataques con 10 homicidios han sido registrados en seis negocios
Los centros nocturnos fueron blanco de ataques más sangrientos entre 2008 y 2017, con más de una veintena de incidentes, lo que fue calificado como el lapso de mayor violencia en el estado de Chihuahua, pero la incidencia disminuyó en los años recientes.