El avión despegó desde Burlington, en Vermont, con cinco pasajeros rumbo a Long Island pero nunca llegó a su destino. La torre de control perdió contacto con el piloto minutos después del arranque, por lo que no recibió ninguna señal de auxilio.
La aeronave nunca llegó a tierra firme, por lo que su destino había sido una incógnita desde aquel trágico 27 de enero de hace 53 años. Sin embargo, los parientes de la tripulación nunca perdieron la esperanza en saber qué pasó.
A bordo del vehículo iban Nikita Coffey, Donald Myers, Robert R. Williams, Frank B. Wilder y Kirby Windsor. Los hombres desaparecieron durante una noche invernal cuando el lago donde terminaron estaba congelado.
Precisamente el clima fue un factor que dificultó la recuperación de sus cuerpos, pues hasta ahora solo se habían encontrado algunos restos de la avioneta.
Afortunadamente, el buscador submarino Garry Kozak nunca desistió a sus esfuerzos para dar con la aeronave y dio con ella en un lugar donde otros ya habían buscado, a 60 metros de profundidad en Juniper Island.
Los hijos de los tripulantes celebraron el hallazgo y agradecieron poder cerrar el ciclo, ya con la certeza de dónde quedaron los restos de sus seres queridos.