En estos momentos ya se están discutiendo iniciativas realmente interesantes, que buscan darle poder a la ciudadanía a costa de dinámicas malamente enraizadas en los partidos políticos y en algunos personajes de la vida política.
Estas discusiones exhiben los sentimientos y la visión, muchas veces desconocida, de las personas que participan o quieren participar en el servicio público por medio de una candidatura. Es normal, el ser humano batalla para adaptarse a los cambios pero estos son los que generan grandes evoluciones de la sociedad.
El problema radica cuando se hace todo lo que sea posible por mantener la cancha de una forma en la que nos sentimos seguros a pesar de que la ciudadanía pida otra cosa. Y peor aún, decir que se hará lo que sea necesario por llegar o permanecer en el poder.
Durante mucho tiempo ha estado vigente el debate de si el fin justifica los medios o no, en lo personal opino que no. Ya que la forma de llegar cuenta y cuenta mucho. No es lo mismo llegar al servicio público a partir de prebendas, negociaciones nocivas, deudas y compromisos ajenos al bien común, que llegar con un liderazgo basado en convicciones, principios y valores.
Es muy peligroso que cualquier personaje de la vida pública crea que debe hacer todo lo que esté a su alcance para llegar o permanecer. Esto es justo lo que ha desacreditado a la política y a sus partidos, es lo que ha hecho que la corrupción se arraigue, es lo que ha permitido que se generen injusticias de todo tipo, es lo que ha debilitado el estado de derecho y es la razón por la que las personas en el servicio público pierdan el piso y hasta el juicio en sus propios actos.
Hoy es el momento de evaluar con lupa a los futuros servidores públicos, hoy más que nunca el país necesita personas profesionales, con las mejores convicciones y principios para llevar la rienda de los gobiernos. Ya estamos en un punto crítico donde no se puede tolerar más la corrupción, porque el país no puede permitir que siga creciendo la desigualdad y la inseguridad. Tener políticos que privilegian el pragmatismo y sus bolsillos ya nos ha costado mucho.
Hoy debemos hacer una apuesta por poner a las y los mejores al frente del servicio público, de incidir en las decisiones de los partidos políticos para tener a los mejores candidatos en cada uno de ellos y escoger al mejor entre los buenos y no al menos malo. Es el momento de tomar un rol en la evolución democrática y hacer lo correcto y no lo conveniente personalmente. Este país cambió y tenemos que construir las vías institucionales del futuro.