Erika Vanessa Ramírez García, policía de academia recién jubilada y quien fuera la primera mujer patrullera en la ciudad, relata cómo fueron sus inicios dentro de la corporación y cómo en aquel entonces conducir una unidad oficial era exclusivo de los hombres, pero gracias a su persistencia y capacidad logró obtener un automóvil oficial para cumplir su vocación de servir y proteger.
Luego de 25 años de servir a su comunidad, la ahora ex policía municipal, se retira con la frente en alto y orgullosa de haber sido la pionera del patrullaje motorizado en la mancha urbana entre las policías.
La policía Ramírez García formaba parte de un grupo de tan sólo 12 compañeras, pues apenas empezaban a integrarse a las filas de la Dirección de Seguridad Pública miembros del sexo femenino, a diferencia de hoy en día, donde un alto porcentaje de los elementos son mujeres, incluso con altos rangos dentro de la institución.
Gracias a la evolución de la Policía Municipal en cuanto a la promoción de la no discriminación laboral y a las políticas públicas de igualdad de género que se han impulsado, actualmente una gran cantidad de policías mujeres conducen una patrulla, una motocicleta o incluso una maquina bombera de grandes dimensiones.
Para Erika, quien además de dedicar gran parte de su vida a vigilar a la sociedad, es paramédica y logró obtener un título en Derecho y Asuntos Internacionales, el haberse convertido en la primera patrullera de la DSPM representa gran orgullo y fortaleza, según lo expresó, aunado a experiencias policiales que sólo mujeres con gran temple y valentía pueden ser capaces de soportar y las cuales la marcaron para siempre.
“Ser la primera mujer policía en recibir una patrulla fue complicado, pues en aquel entonces todavía se consideraba que una mujer no era apta ni capaz de desempeñar sus funciones a bordo de una, sin embargo, continué insistiendo para demostrarles que no era así, hasta que mi coordinador en aquel entonces, Luis Corral Torresdey, confió en mí y me asignó un Ford Topaz, el número 291”, recordó Erika.
Agregó, “tuve que esforzarme al triple para demostrar que, sin importar el género, se pueden realizar las mismas actividades y cuidar a la comunidad de igual manera que lo hacía un hombre. Creo que fui el parteaguas para que posteriormente más mujeres policías perdieran el miedo y se arriesgaran a conducir una unidad oficial y brindar mayores resultados en materia de seguridad”.