Tal y como recoge la BBC, Dominik Mischkowski, investigador sobre el dolor de la Universidad de Ohio (EE UU), halló un efecto colateral en el parectamol inesperado.
Este medicamento frena el dolor físico reduciendo la actividad en algunas áreas del cerebro, como la corteza insular. Pero estas áreas también están involucradas en, por ejemplo, nuestra forma de experimentar el dolor social, de tal manera que el paracetamol puede hacer que nos sintamos mejor tras un rechazo o una ruptura.
Está demostrado por resonancia magnética que las mismas áreas de nuestro cerebro se activan cuando experimentamos empatía positiva (tener placer por experiencias de otros) y cuando experimentamos dolor.
Mischkowski puso en marcha una investigación: reclutó a estudiantes y los dividió en dos grupos. A unos les dio 1 mg de paracetamol y al otro grupo, un placebo. Tras una serie de preguntas sobre experiencias, se reveló que el paracetamol reduce significativamente nuestra capacidad de sentir empatía positiva.
Aunque no se estudió específicamente la empatía negativa (cómo nos relacionamos con el dolor de otra persona), Mischkowski cree que también es más difícil de sentir tras consumir paracetamol.
El paracetamol no varía nuestra personalidad de manera permanente porque sus efectos duran solo unas horas y no lo tomamos de manera continua, pero el investigador jefe cree que «así como tenemos conciencia de que no debemos conductir bajo la influencia del alcohol, no querríamos tomar paracetamol y luego ponernos en una situación que requiera una respuesta emocional, como tener una conversación con una pareja o un compañero de trabajo».