EFE.- La llama tricolor (azul, roja y verde) del movimiento paralímpico iluminó el cielo de Tokio durante la ceremonia de apertura de unos Juegos que no cuentan con la participación de deportistas afganos, homenajeados en la gala, pero sí con un equipo de refugiados que abrió un desfile que contó con la presencia de 162 países.
Sin público en el estadio por las estrictas medidas de seguridad para hacer frente a la pandemia de la Covid-19, los pocos asistentes a la ceremonia pudieron disfrutar de una historia desarrollada en un aeropuerto y con las alas de los aviones como protagonistas, como metáfora del impulso que mueve a los deportistas con discapacidad a cosechar éxitos extraordinarios en sus vidas.
La bandera nacional japonesa, que lució durante toda la gala en un lugar privilegiado cerca del pebetero, fue llevada hacia el centro del estadio por seis destacados deportistas paralímpicos (Miki Matheson, Mineho Ozaki Taiyo Imai, Erina Yuguchi, Kaori Icho y Lucha Takumi Asatani) al compás de la melodía de piano de Nobuyuki Tsujii, un joven pianista ciego que ya ha actuado en el Carnegie Hall de Nueva York. Después, Hirari Sato fue la encargada de poner voz al himno japonés.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]