La semana inició con el testimonio de Óscar Nava Valencia, «El Lobo», ex líder del Cártel del Milenio y quien aseguró ante el jurado de la Corte del Distrito Este de Nueva York que él entregó más de 10 millones de dólares en sobornos.
El narcotraficante aseguró que en una ocasión, en la que le fueron asegurados 23.5 toneladas de cocaína en el puerto de Manzanillo, Colima, García Luna le proporcionó un documento de la Administración de Control de Drogas (DEA, por su siglas en inglés) para demostrar que no pudo hacer nada por proteger el cargamento, el cual había sido marcado por la agencia estadounidense desde su salida de Colombia.
El abogado defensor Florian Medel, exhibió que «El Lobo» se había arrepentido en diciembre pasado de presentarse en la Corte, pues había aceptado ante los fiscales que no conocía a García Luna y que su declaración previa incriminando había sido falsa.
Sin embargo, expuso el litigante, agentes de la DEA le advirtieron al narcotraficante que si quería que su familia viviera en Estados Unidos tenía que mantener su testimonio.
El siguiente testigo fue el ex policía federal Raúl Arellano Aguilera, quien detalló la manera como la Policía Federal en 2008 y 2009 permitió al Cártel de Sinaloa enviar y recibir cargamentos de droga y dinero en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
El ex oficial dijo que el trasiego se hacía con la autorización de los mandos cercanos a García Luna, aunque no imputó directamente al ex titular de la SSP.
Otro testigo que se presentó en la Corte fue el narcotraficante colombiano Harold Poveda Ortega, «El Conejo», quien era propietario de la mansión del Desierto de Leones en donde tenía animales exóticos y quien, tras la exhibición de un video en el que se veían sus mascotas, se conmovió hasta las lágrimas.
Pese a su relevancia criminal, él mismo reconoció haber traficado alrededor de mil toneladas de cocaína, «El Conejo» no acusó a García Luna aunque dijo que los policías federales del aeropuerto le daban un trato especial cuando viajaba por la terminal aérea debido a que estaban a las órdenes del Rey Zambada.
Quien sí hizo referencia a García Luna fue Israel Ávila, que llevaba las cuentas del clan de los Beltrán Leyva y quien dijo que el ex mando policiaco estaba en la nómina con el alias de «El Tartamudo» o «El Metralleta», en alusión a su dificultad para hablar.
Ávila dijo que llevaba la contabilidad en una hoja de Excel y que en ese documento registró pagos de varios millones de dólares.
Ante el jurado también se presentó el agente de la Administración de Control de Drogas (DEA, por su siglas en inglés), Miguel Madrigal, quien aseguró que desde 2010 tuvo información de la presunta colusión de García Luna con criminales.
Dijo que tras su captura en septiembre de 2010, Sergio Villarreal Barragán, «El Grande», pidió hablar con él y al entrevistarlo le confesó de los tratos de los Beltrán con el ex jefe policiaco.
«El Grande» compareció el pasado 23 de enero ante la corte y aseguró que Arturo Beltrán Leyva, «El Barbas», entregaba a García Luna de 1 a 1.5 millones de dólares mensuales a cambio de protección.
El último testigo de esta semana fue el ex policía federal Francisco Cañedo Zavaleta quien aseguró que el 19 de octubre de 2008 por casualidad atestiguó un encuentro de García Luna con «El Barbas» y Edgar Valdez Villarreal, «La Barbie», sobre la carretera Cuernavaca-Tepoztlán.
Dijo que al ir circulando vio unas camionetas paradas y gente alrededor de ellas, al pasar reconoció al ex secretario y los narcotraficantes, quienes posteriormente se subieron a los vehículo y se dirigieron a un fraccionamiento.
García Luna está acusado de narcotráfico y delincuencia organizada por presuntamente haber dado protección al Cártel de Sinaloa durante su paso por la AFI y la SSP. El juicio continuará las próximas semanas y se espera la comparecencia de más testigos