Al menos 23 combatientes proiraníes murieron en el este de Siria, dijo Rami Abdulrahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización que informa de la guerra en ese país.
Mientras que en Irak, el Gobierno reportó 16 muertos y al menos 25 heridos, entre ellos civiles.
Estados Unidos indicó haber llevado a cabo estos bombardeos a fuerzas de élite iraníes y grupos pro Teherán en respuesta al ataque del 28 de enero en una base en Jordania, cerca de la frontera siria, donde murieron tres militares norteamericanos, en un ataque que Washington atribuye a grupos respaldados por Irán.
Se esperan más operaciones militares estadounidenses en los próximos días.
Los ataques intensificaron un conflicto que se ha extendido a la región desde que estalló la guerra entre Israel y Hamas tras el mortífero ataque del grupo militante palestino contra Israel el 7 de octubre.
El Portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanaani, dijo en un comunicado que los ataques representaban «otro error arriesgado y estratégico de Estados Unidos que solo provocará un aumento de la tensión y la inestabilidad en la región».
Irak también condenó los ataques e indicó que las zonas bombardeadas por la aviación estadounidense incluían lugares donde sus fuerzas de seguridad están estacionadas cerca de localidades civiles.
El Teniente General estadounidense Douglas Sims, director del Estado Mayor Conjunto, dijo que los ataques parecían haber tenido éxito, al provocar grandes explosiones secundarias cuando las bombas alcanzaron armamento militante.
Los ataques se llevaron a cabo a sabiendas de que probablemente habría víctimas entre las personas que se encontraban en las instalaciones, agregó.
A pesar de los ataques, el Pentágono aseguró que no quiere la guerra con Irán y que tampoco cree que Teherán la quiera, cuando ha aumentado la presión republicana sobre el Presidente Joe Biden para que dé un golpe directo.
Irán, que respalda a Hamas, ha tratado de mantenerse al margen del conflicto regional aunque apoya a grupos que han entrado en liza desde Líbano, Yemen, Irak y Siria, el llamado «Eje de la Resistencia», hostil a los intereses israelíes y estadounidenses.
El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, dijo tras los ataques que Biden había ordenado más medidas contra la
Guardia Republicana Iraní y sus socios.
«Este es el comienzo de nuestra respuesta», advirtió.
«No buscamos el conflicto en Oriente Próximo ni en ningún otro lugar, pero el presidente y yo no toleraremos ataques contra las fuerzas estadounidenses», añadió Austin.
La Casa Blanca afirmó que Estados Unidos había informado a Irak antes de los ataques. Bagdad sostuvo que la afirmación estadounidense de coordinación con las autoridades iraquíes era «infundada».
El Ministerio de Asuntos Exteriores sirio afirmó que Estados Unidos estaba alimentando el conflicto en la región de una «forma muy peligrosa».
Ayer, el Presidente de Irán, Ebrahim Raisi, afirmó que su país no iniciará una guerra, pero «responderá con firmeza» a cualquiera que lo intimide.
Hamas condenó los ataques estadounidenses y dijo que Washington estaba echando «combustible al fuego».