Los pequeños y medianos productores podrán echar mano de las heces del ganado para generar combustible y un sustituto de fertilizante, con la misma función de los elementos tradicionales, pero a menor costo y con menores daños al medio ambiente. Una bolsa anaerobia es suficiente para convertir lo que de manera normal es solo excremento en algo útil para las actividades domésticas y agropecuarias.

Camilo Pagés director del “Sistema-Bio” -desarrollado en México y que se extiende al mundo-, explica que el objetivo es atender a los pequeños productores que tienen desde dos vacas hasta los que tienen más de 30 unidades pero que aún no son industriales. En Chihuahua, ya está en uso.

“Es un biodigestor que convierte los desechos del ganado en combustible. La población objetivo es aquella que tiene pequeñas o medianas granjas; alguien que cuenta desde 2 hasta 500 vacas o su equivalente en otras especies de animales. La base son las granjas más pequeñas con actividades de subsistencia, luego las medianas que tienen 2 a 30 o más animales con un tallercito de lácteos y el tercero son las empresas, que tiene más de 30 unidades, pero aún no son industriales. El sistema está pensado para este grupo poblacional que es igual en todos los países en desarrollo; las zonas rurales comparten las mismas condiciones”, asegura.

Según Pagés el biodigestor es una bolsa elaborada a base de una membrana de alta resistencia en cuyo interior habitan millones de bacterias encargadas de convertir algo que, de manera normal es una pérdida en un producto de alta utilidad.

“El productor ingresa el desecho del ganado en una bolsa hecha de una membrana muy resistente, reactiva, anaerobia y allí en el interior, la materia orgánica se empieza a descomponer. Dentro de ese biodigestor se forman poblaciones de millones de estas bacterias que descomponen el excremento y en este proceso se generan dos productos: gas y un remediador de suelos”.

El combustible compuesto principalmente de gas metano, puede destinarse para encender desde una estufa casera hasta calderas industriales

“El dueño de este bio-gas o gas combustible le puede dar diferentes usos desde doméstico, en la estufa o boiler, hasta usos térmicos industriales para calderas o procesos en rastros. Aquellos que tienen mayor producción de gas echan mano de él para motores que pueden echar a andar ordeñadoras, picadoras de alimento, desgranadoras, bombas de agua e incluso producir electricidad. Esto genera un ahorro porque la gente deja de consumir gas Lp, gasolina, diésel o leña, que son las principales fuentes de energía en la zona rural”, indica.

En cuanto al remediador de suelos, Pagés asegura que con este puede desplazarse hasta un 80 por ciento el uso de agroquímicos lo que, además del ahorro monetario también deriva en beneficios ambientales.

“Se le llama “Biol”, es el líquido que sale al final de la bolsa, que ya no huele a excremento y es un bio-remediador que se destina para nutrir los suelos y tener mejor producción. Puede desplazar desde un 50 hasta un 80 por ciento el uso de fertilizantes y químicos. Por tanto, los productores tienen este beneficio económico, al final ya es una inversión en un equipo de infraestructura de su granja, un retorno de inversión de uno a cuatro años dependiendo del tamaña y de manera adicional, hay muchos beneficios ambientales”.

Y es que, al dar tratamiento a las excretas de los animales, dice Pagés, se evita que el metano -uno de los gases más potentes en el calentamiento global- vaya a la atmósfera (donde permanece por largo tiempo. Al quemarlo en la estufa, bóiler o cualquier otra máquina, se destruye y no va al exterior.

“Los productores dejan de utilizar combustibles fósiles (gasolina, diésel, gas) que en su proceso de combustión generan gas de efecto invernadero. Y el Biol desplaza el uso de fertilizantes, dejando de contaminar el suelo con químicos y disminuyendo las emisiones que se generan durante el proceso de producción de esos fertilizantes. Es lo que llamamos “economía circular” que trae beneficios económicos y ambientales, usando un recurso que antes era un desecho”.

En lo que respecta al costo de la bolsa donde ocurre todo el proceso primario, este dependerá del tamaño de la misma. Entre menos unidades animales se tengan, más pequeña será la membrana y en consecuencia el precio. Si aún así el productor tiene problemas para la adquisición, se genera un financiamiento cuya única garantía es la propia membrana.

“Tenemos de varios tamaños. El más pequeño es para quienes tienen dos o tres vacas y una hectárea de cultivo; el precio puede ascender a 500 dólares y eso incluye el equipo y la instalación. El sistema más grande puede costar entre 8 a 10 mil dólares, pero allí estamos hablando de productores de gran tamaño dentro del rango que se maneja. Además, entendiendo que este sector de la población carece muchas veces de acceso a financiamientos, diseñamos un modelo donde se les otorga un préstamo que se alinea con su capacidad de pago y la producción de biogas que van a tener. No somos una institución de financiamiento, manejamos nuestros propios fondos y la garantía es el mismo equipo porque si no pagan lo pierden”.

La vida útil del biodigestor puede prolongarse hasta por tres décadas debido a que está elaborado de materiales resistentes a las inclemencias del clima y a la rudeza de las actividades en el campo.

“Es un producto fácil de usar, fácil de mantener, robusto y resistente porque la vida en la granja es ruda. Además, tienes una población de bacterias que debes alimentar todos los días si es que quieres que te produzcan gas. La membrana de baja densidad es de 1 milímetro de espesor y tiene una garantía de 10 años, pero estos materiales suelen vivir más de 30 a 40 años expuestos al sol porque están hechos para que resistan las inclemencias externas”, asegura Camilo Pagés.

Cuestionado respecto a la posibilidad de usar el mismo sistema, pero con excretas humanas, Pagés indica que sí la hay, aunque con algunos cambios necesarios debido a la composición natural de los desechos.

“Sí es posible, la diferencia es que el excremento humano tiene características diferentes, mayor carga orgánica, mas patógenos, etc. Lo que cambia en el proceso es el tiempo de retención, el desecho de humano debe tener mayor retención anaeróbica. Por ejemplo, el excremento de vaca en clima cálido el tiempo es de 30 días mientras que el de humano requiere, en esas mismas condiciones, de hasta 90 días lo que significaría un sistema más grande o varios pequeños”, explica.

Según Pagés, el sistema bio ya está certificado para emitir certificados de carbono y esto resulta de interés comunitario debido a que, el calentamiento global está obligando a los países a mitigar las emisiones de carbono.

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Para saber…

-El sistema Bio tiene alrededor de una década trabajando

-Los diferentes climas y prácticas agropecuarias de México funcionaron como laboratorio, lo que permitió perfeccionar el sistema y validar el modelo.

-Dicha tecnología es aplicable en cualquier parte del mundo

-Los equipos se fabrican en México y se exportan a países de todo el mundo

-En 2020 sistema Bio llegó a la India, el segundo país con más cabezas de ganado. Allí la demanda se disparó y obligó a abrir una fábrica que surte al sureste de Asia y otros países de aquella parte del orbe.

-En México se tiene sistemas instalados prácticamente en todos los estados, incluido Chihuahua

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