Pero no sólo se trata de cuidarlos mejor, sino de aprovechar el vínculo tan fuerte que se forma a lo largo de los años de trabajo en que además el can obedece únicamente a su agente de policía entrenador y convive con su familia el tiempo que descansa.
Para Molly, Fuji, Pompa y Amado, el futuro será muy diferente, ya que, a diferencia de sus incontables, oportunas y agresivas intervenciones en pro de la seguridad, entran ahora a una nueva etapa como ejemplares de compañía en la cual su exentrenador se compromete a brindarle protección, mientras que el peludito, fiel a su instinto seguramente habrá de proteger a sus amos, sus familias y su patrimonio.
Los agentes caninos tuvieron por especialidad tanto la detección de drogas, armas, pólvora, explosivos, la detección de cadáveres en uno de ellos, así como defender a su compañero policía, desarmes de personas que intentaron quitarse la vida o atentar contra agentes o su propia familia.
Los instructores que convivieron y trabajaron con ellos, quienes recordaron algunas anécdotas sobre los ejemplares que tuvieron bajo su cuidado por algunos años. Algunos de los agentes ya no se forman parte del grupo, sin embargo es como si los ejemplares los hubieran elegido entre los entrenadores que tuvieron.
Antes se compraban en el estado de Jalisco
El jefe de grupo de los K-9, Policía Tercero Edgar Natividad Moreno, explica que anteriormente los canes se adquirían en el estado de Jalisco, en las ciudades Guadalajara o Zapopan, pero después se tomó la decisión de adquirirlos en criaderos locales donde hay un buen nivel de profesionalización y se tiene la ventaja que si un ejemplar no viene en buenas condiciones es más fácil de reponerlo.
Agregó que la vida activa de los canes es de 5 o 6 años, pues inician cuando apenas tienen uno o dos años y se retiran cuando cumplen 7 u 8 años de edad.
Policía de Academia Rodolfo Maldonado /Ejemplar Fuji.
Tuvo durante 6 años al ejemplar Fuji. Dice que fue complicada la adaptación porque lo considera un elemento más de la corporación y hay que darle el cuidado y el trato como si fuera otro policía. “Fue un proceso evolutivo difícil en el cual un servidor aprendió de él y él también aprendió de mi” dice con nostalgia.
Sin embargo, señala que a cambio obtuvo nobleza y lealtad de su ejemplar, que son características inherentes al can pero que dentro del grupo (K9) se desarrollan además del liderazgo por la responsabilidad de tenerlo bajo su cuidado las 24 horas.
Dentro de lo más destacado en los 6 años que trabajaron juntos Fujy se destacó en el programa Operación Mochila, que entonces se realizaba ordinariamente dentro de la batería de programas preventivos de la Dirección de Seguridad Pública orientados a estudiantes de nivel básico y medio superior.
“Durante 6 años escuchó que me alistaba para salir a trabajar y él aprendió a salir junto conmigo, ahora salgo y sólo escucho sus ladridos que yo interpreto como un hey, me estás olvidando y para mí también era como mi seguridad, yo sabía que al momento de necesitarlo él iba a responder.
Policía Tercero Edgar Natividad Moreno / Ejemplar Molly Su binomio era Molly
Un can de 7 años, de los cuales 5 los ha dedicado al trabajo policial.
Fue entrenada para localización de restos humanos y brindó varios apoyos incluso a otras corporaciones.
En una intervención de búsqueda Molly se desmayó y eso hizo que se decidiera sobre su baja para evitar afectaciones mayores.
Policía Segundo. Lorenzo González / Ejemplar Amado.
Su entrenador lo define como el perro más vago del grupo K-9 ya que el mismo abría las jaulas de traslado como las del patio de entrenamiento, asimismo, es el de mayor edad, pues cuenta con 11 años.
“Era muy vago y sabía cómo abrir la cerradura de las jaulas, tanto la de traslado como las de descanso del patio de entrenamiento, dice al contar la anécdota graciosa, un poco apenado. Una vez llegamos por la mañana y nos sorprendió que estaba un suelto, creíamos que se había metido pero ya vimos como corría la cerradura para salir.
El Policía Segundo se retiró del grupo hace 3 años y dice que a cambio, Amado el es muy noble y tranquilo, trabaja muy bien y desde que se vieron por primera vez tuvieron una comunicación especial y se adaptaron muy rápido. Por su temperamento era ideal en operación mochila, recuerda.
“A pesar de salir del grupo, en una ocasión lo vi en una comandancia y el perro me conoció de inmediato, por eso decidieron dejar que me lo llevara a casa de regreso. Hace unos tres años que salió y en casa no saben que regresará de nuevo. Es una sorpresa” dice sonriente.
Policía Tercero Miguel Ángel Valerio / Ejemplar Pompa.
Para el Policía Tercero, Pompa el ejemplar de 8 años es único porque era el menos juguetón del grupo y la única persona que lo podía agarrar era yo, dice con firmeza. Siempre destacó en su instinto de guardia y protección y fue lo que desarrollamos en él, aunque también se le conocía como perro de doble propósito por sus otras habilidades.
“Tenía un temperamento que le hacía no tenerle miedo a nada, pero también era cariñoso y le gustaba mucho convivir… con la familia”, advierte.
Empezar a meterlo al círculo familiar no fue fácil porque el primero en acercarse fue un hijo a quien quiso morder al contacto inicial, pero como siempre lo veía conmigo se fue acostumbrando a su aroma y el lazo de unión se hizo tan fuerte que pudo salir solo al patio para alimentarlo y asearlo regularmente.
Cuando me pidieron al ejemplar me puse triste y cuando se tuvo que incorporar con otro manejador pensé que ya no regresaría conmigo, pero luego me dijeron que fuera por él, pensé que no me reconocería …pero no, al salir de la jaula rápido me abrazo. Yo siempre le estiro las manos y él me abraza y así fue, yo estiré las manos y me abrazó. Es algo raro en un ejemplar, pero entre nosotros se hizo costumbre, concluye al hablar de Pompa.