Esta situación, que se ha prolongado desde el miércoles pasado, ha dejado a los migrantes en una situación desesperada, sin acceso a alimentos suficientes ni una clara perspectiva de solución.
La pesadilla comenzó cuando cientos de migrantes abordaron los vagones de Ferromex en busca de un futuro mejor. Sin embargo, la alegría de acercarse a su destino se desvaneció abruptamente cuando el INM emitió la orden de «desenganchar» los vagones y abandonar a los migrantes en Mápula, alegando que no tenían permiso para circular por el país.
Esta repentina decisión dejó a cientos de personas en un limbo sin opciones claras y sin apoyo para regresar a sus países de origen.
Organizaciones civiles han proporcionado alimentos y algo de apoyo, pero la magnitud de la crisis sobrepasa sus recursos limitados. Los migrantes, entre ellos niños y ancianos, han tenido que subsistir con recursos mínimos y en condiciones precarias.
El caos ha aumentado de manera constante en la zona, y la situación llegó a un punto crítico este domingo cuando elementos del INM y guardias de Ferromex tuvieron que recurrir a la violencia para desalojar a los migrantes de los vagones del tren.
Las estimaciones actuales sugieren que alrededor de mil migrantes están varados en Mápula.