Ciudad de México.- La principal candidata presidencial de la Oposición de México, Xóchitl Gálvez, planea una reforma a Petróleos Mexicanos (Pemex), abriendo el sector energético a la inversión privada y potenciando las energías renovables.

Gálvez, que espera convertirse en la primera mujer Presidenta del País, indicó que le gustaría reabrir las rondas de licitaciones petroleras que Andrés Manuel López Obrador detuvo después de asumir el cargo en 2018.

Atacó a López Obrador por tirar dinero en Pemex, la compañía petrolera más endeudada del mundo, y por construir la Refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, que sufrió enormes sobrecostos y retrasos.

«Tenemos un problema muy serio, que es que las empresas estatales son pésimas para administrar el dinero de los mexicanos y son pésimas para ser productivas. Así que sí, miro hacia el sector privado», dijo en entrevista, anticipando que sus oponentes políticos la atacarían.

Gálvez no se comprometió a privatizar a la petrolera estatal Pemex, pero subrayó que reconoce el modelo de la brasileña Petrobras, que cotiza en bolsa.

«Si no se tiene dinero para la exploración, la inversión privada ayudará», señaló.

«Para mí, Petrobras es un buen modelo», consideró.

Aunque todavía estaba controlada por el Gobierno brasileño, Petrobras cotizaba en Sao Paulo en la década de 1990 y los accionistas minoritarios están representados en su directorio. Un sistema mixto en el que también operan compañías petroleras internacionales en Brasil ha ayudado al país a desarrollar su yacimiento presalino de aguas ultraprofundas, y ahora es el mayor productor de petróleo de América Latina.

A muchos de los críticos de Pemex les gustaría que la compañía siguiera el camino de Petrobras, que regularmente se asocia con otras empresas del sector privado. Petrobras también tomó la decisión de vender activos no esenciales, lo que le permitirá concentrarse en la tarea de perforación. Por el contrario, con AMLO, gran parte de los recursos de Pemex se han canalizado hacia su deficitario negocio de refinerías y la construcción de Dos Bocas, que costó más del doble de su precio original. Pemex también compró la participación de Shell en la refinería de Deer Park en Texas.

A pesar de las políticas de López Obrador, hay un pequeño grupo de productores privados que obtuvieron derechos de exploración durante el Gobierno anterior, y produjeron 104 mil 309 barriles de crudo por día en julio, 6.4 por ciento de la producción total de petróleo de México.

México fue uno de los últimos países del mundo en abrir su mercado energético a la inversión privada, ya que el petróleo es un símbolo político de larga data de la soberanía del País. Hasta las reformas de 2013-2014, Pemex mantuvo un monopolio en el sector durante más de tres cuartos de siglo después de que la Nación expropiara las operaciones petroleras extranjeras en 1938.

Los críticos argumentan que las políticas energéticas nacionalistas de México, que han impuesto a Pemex la carga de desarrollar la mayor parte de los campos petroleros del País, representan una oportunidad desperdiciada, donde una potente combinación de deuda creciente, mala gestión y proyectos fallidos se han combinado para arrastrar a la petrolera estatal. La producción de crudo ha disminuido casi todos los años desde 2004, y ahora es menos de la mitad de lo que era entonces. Mientras tanto, la carga de deuda de Pemex se ha disparado a más de 110 mil millones de dólares.

Lo que es peor, Pemex está perdiendo dinero en un momento en que sus rivales globales han estado obteniendo enormes ganancias debido al repunte de los precios del petróleo. AMLO, quien ve la independencia energética como un objetivo para la Nación, ha gastado más de 77 mil millones de dólares en inyecciones de capital, exenciones fiscales y proyectos energéticos de Pemex desde 2019.

Un regreso a las subastas petroleras y las empresas conjuntas podría significar que Pemex obtenga el apoyo financiero y técnico que tanto necesita para desarrollar campos más rentables. Pemex se ha centrado en desarrollar prospectos terrestres y de aguas poco profundas en lugar de yacimientos de aguas profundas más riesgosos y prometedores que podrían aumentar sus reservas en el largo plazo. La empresa no tiene la liquidez, la tecnología y los conocimientos de ingeniería para asumir esos proyectos.

Gálvez dijo que utilizaría petróleo extraído con la ayuda de inversionistas externos para la industria petroquímica en lugar de la electricidad, que produciría con energías renovables. López Obrador canceló las subastas de petróleo en un intento por revertir las históricas reformas energéticas del País de 2013 a 2014 que habían atraído a los mayores perforadores del mundo, incluidos Exxon Mobil y Shell.

«Estas empresas tienen mucha tecnología que Pemex no tiene; Pemex no tiene dinero para exploración», comentó Gálvez.

«Además, el petróleo es demasiado valioso para quemarlo para producir electricidad; el petróleo debería usarse para la industria petroquímica, que ha estado muy abandonada».

De este modo, un regreso a las subastas de petróleo sería un cambio bienvenido para las compañías petroleras internacionales, que en los últimos años han devuelto muchos bloques petroleros al Estado porque no pudieron hacer que las inversiones fueran escalables bajo la Administración de AMLO.

Energías Mexicanas, en vez de Petróleos Mexicanos

Gálvez, de 60 años, comentó que buscaría invertir en hidrógeno y energía solar, en contra de algunas de las políticas actuales de López Obrador.

La senadora remarcó que considera que el hidrógeno y otras fuentes de energía limpia son fundamentales para el desarrollo de México, hasta el punto de que, en lugar de Petróleos Mexicanos, bromeó diciendo que le gustaría que Pemex se llamara Energías Mexicanas (Emex).

El Gobierno de AMLO cortó el paso a un próspero mercado de energía verde al debilitar la independencia de los reguladores, lo que llevó a que se otorgaran menos permisos para proyectos renovables, importaciones de combustible y terminales. Muchos proyectos han quedado en el limbo o abandonados.

«Hay que ser muy estúpido para apostar a los combustibles fósiles, porque más allá de ser caro, es sucio. Entonces, con el potencial de México en hidrógeno verde, en energías renovables, la política pública es en energía verde, no hay duda», dijo Gálvez.

Criticó que las medidas de López Obrador han ahuyentado a los inversionistas en dicho sector.

«Viniste, abriste plantas solares o eólicas y luego no pudiste conectarlas porque el Gobierno hizo un berrinche y quiso apostar por los combustibles fósiles», refirió sobre las empresas que invirtieron en renovables en México.

Gálvez se enfrentará a la Exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, durante mucho tiempo protegida de López Obrador, en las Elecciones de junio de 2024. Si bien AMLO no puede postularse para la reelección, su formidable popularidad dificultará el camino de Gálvez hacia la victoria. Sheinbaum, una ingeniera ambiental, enfrentará la difícil tarea de continuar con el legado del Presidente y al mismo tiempo mejorar sus propias credenciales.

Gálvez cuenta con el respaldo de los que habían sido los tres partidos políticos más poderosos de México antes de que Morena, de López Obrador, llegara al Poder. Si bien el partido de Gálvez es el conservador PAN, ella se describió a sí misma como de «centroizquierda».

Para ganarse el apoyo de los partidos aliados, avanzó a través de un campo abarrotado utilizando acrobacias llamativas y un estilo de comunicación sencillo y cercano. En las encuestas, actualmente está bastante por detrás de Sheinbaum, quien disfrutará de los enormes recursos del partido gobernante, incluidos dos tercios de las gubernaturas del País. 

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