Explicó que no se debe perder de vista que en la entidad seguramente habrá muchos municipios que no tengan problema de contagios por estar muy alejados, desvinculados de otras zonas o por no presentar aglomeraciones, pero las ciudades más grandes, sobre todo en la frontera, siempre han sido un tema importante desde el inicio de los brotes, sobre todo por el flujo de personas que ahí viven y trabajan.
“Los municipios de la esperanza son llamados así por tres razones: son municipios muy pobres, con mucha marginación, en los cuales no hay mucha población; tampoco hay instituciones de salud que tengan la capacidad de detectar casos de Covid, además de ser municipios desconectados.
Chihuahua es un estado en donde la conectividad de las comunidades es muy alejada, no hay muchas maneras de llegar a ellos y son regiones con mucha desinformación, son municipios en donde la gente incluso no entiende bien a bien qué está sucediendo”, dijo Torres.
Aclaró que no se debe pensar en que las ciudades tienen dinámicas aisladas; si en un municipio no se tienen casos de Covid no quiere decir que no tenga relación de algún modo con otros que sí, y en muchas ocasiones la gente se desplaza para trabajar en lugares donde sí hay registro de contagios.
“No es lo mismo una población con una actividad muy grande de personas en edad laboral que convivan con adultos mayores, que otra población donde la dinámica demográfica funcione distinto; las zonas pueden tener riesgo de propagación distinto, tiene que ver con el nivel de hacinamiento en las viviendas, el número poblacional, el acceso a recursos como agua para lavarse las manos, las aglomeraciones, y no depende solo del número de casos, sino de la prevalencia en proporción a su población”, insistió.
“No tenemos clara la metodología de los semáforos por estado y las tendencias, además de cómo el análisis de los casos activos en los municipios va a determinar de qué manera se abrirán las actividades”.