«La mala alimentación es un asesino de igualdad de oportunidades —dice el doctor Ashkan Afshin, autor principal del estudio y profesor asistente en el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington, en Estados Unidos—. Somos lo que comemos y los riesgos afectan a las personas en una variedad de características demográficas, que incluyen edad, género y estado económico».
Afshin, autor de un artículo global sobre la obesidad en 2017, enfatizó que el estudio de hoy se centra en los efectos de la comida en los problemas de salud crónicos, como las enfermedades cardíacas y la diabetes, independientemente de sus conexiones con la obesidad. Más de 130 científicos de casi 40 países contribuyeron al análisis, que se publicó ahora en la revista médica internacional The Lancet.
Las dietas deficientes fueron responsables de 10.9 millones de muertes, o el 22 por ciento de todas las muertes de adultos en 2017, con enfermedad cardiovascular (ECV) como la causa principal, seguida de cáncer y diabetes. También dieron como resultado 255 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD, por sus siglas en inglés), que equivalen a la suma de años de vida perdidos y años vividos con discapacidad.
La mala alimentación representa el 16 por ciento de todos los AVAD en adultos de todo el mundo.
En comparación, fumar se asoció con ocho millones de muertes y la presión arterial alta se relacionó con 10.4 millones de muertes. En 2017, la ECV fue la causa principal de muertes relacionadas con la dieta (nueve millones 497 mil 300) y AVAD (207.2 millones), seguida de cánceres (913 mil cien muertes y 20.2 millones de AVAD), diabetes (338 mil 700 muertes y 23.7 millones de AVAD) y enfermedades renales (136 mil 600 muertes y 3.4 millones de AVAD).