En abril de 2008 circularon en Reynosa, Tamaulipas varias mantas y anuncios panorámicos con un mensaje dirigido a quienes quisieran formar parte de este grupo criminal:
“Grupo operativo Los Zetas te quiere a ti, militar o ex militar. Te ofrecemos buen sueldo, comida y atenciones a tu familia. Ya no sufras maltratos y no sufras hambre. Nosotros no te damos de comer sopas Maruchan”, consigna Osorno en su investigación.
Las sopas instantáneas a las que hacían referencia en las narcomantas son conocidas por su bajo costo y consideradas un alimento con diversos conservadores y alto valor calórico. “Es una sopa instantánea que proporcionalmente contiene casi tantos químicos como el anticongelante que se le pone a los coches en invierno”, dice Osorno. A precios de este 2020, ese tipo de sopas cuestan alrededor de 12 pesos.
Las narcomantas que parecían anuncio de una bolsa de trabajo fueron retiradas lo más pronto posible por los elementos del Ejército. El anuncio daba a entender que Los Zetas tenían una mejor alimentación que los militares.
“Según el mensaje de aquellos panfletos colocados por Los Zetas, los soldados mexicanos prueban todos los días esa comida basura”, apunta el libro.
¿Qué se comía en los campamentos de los militares y qué en los de Los Zetas? Los militares negaron que como parte de su alimentación estuvieran ese tipo de sopas. Eran tiempos de la guerra de Felipe Calderón que llevó a los militares fuera de sus cuarteles para combatir a los narcotraficantes. Los soldados entrevistados por Osorno rechazaron con cierta indignación las afirmaciones de las narcomantas sobre que eran alimentados con esas sopas instantáneas. “Por el contrario, me aseguró uno de ellos, la dieta de un soldado mexicano se basa en frijol, maíz, avena y leche”, dice Osorno.
¿Y Los Zetas?, ¿quién comía mejor, ellos o los militares?, ¿quién les cocinaba en lo campamentos que improvisaban en ranchos que tomaban por la fuerza para ocultarse se enemigos y militares?
La respuesta la dieron sus cocineras. Mujeres que eran secuestradas por los criminales y llevadas a la fuerza a las cocinas desde donde se preparaba el menú que se serviría a los sicarios y que según la narcomanta, evitarían que sus miembros pasaran “hambre” como insinuaban que ocurría con los soldados.
Osorno recupera el testimonio que dio a la Comisión Nacional de Derechos Humanos una mujer migrante centroamericana que fue esclavizada por Los Zetas para preparar alimentos a los criminales.
El menú de los sicarios preparado por esta mujer: huevos, guisados con arroz y frijoles. No figuraban las sopas instantáneas. Muchas mujeres eran secuestradas en sus pueblos y llevadas a los campamentos de Los Zetas para trabajar en las estufas de los campamentos para luego dejarlas ir a sus comunidades tras varios meses de servirles la comida.
Una cocinera de Los Zetas, secuestrada para preparar los alimentos en los campamentos, dijo que el menú incluía guisos con arroz y frijoles (Foto: Pixabay)
Como ocurrió en 2008, dos años más tarde en los pueblos de Tamaulipas apareció un mensaje y un montículo de cadáveres: “Estos son Los Z culpables de matar a gente inocente, como los del autobús de la semana pasada. Gobierno abe los ojos: Nosotros cuidamos al pueblo”, de la cartulina junto a los cuerpos, relata Osorno. El Ejército dijo entonces que las víctimas eran “infractores fallecidos a causa de un enfrentamiento con miembros de un grupo rival”.
Imágenes de los cuerpos circularon la publicación El Blog del Narco en las que se observan los cuerpos torturados y junto a ellos bolsas de frituras y alimentos chatarra. “Uno de ellos -quizás el cadáver que menos forma humana tiene ya- está un lado de sopa instantánea, evidentemente colocado de forma intencional por sus asesinos, para insinuar que Los Zetas son quienes en realidad comen sopas Maruchan, y no los soldados del Ejército Mexicano”, escribió Osorno.