Lo anterior ya que pueden generarse situaciones que se encuentren al margen de la ley.
Según el especialista, en estos tiempos, no son pocas las personas -sobre todo jóvenes- que acuden al subarrendamiento como una forma de compartir gastos y tener compañía.
El problema es que en México se estima que poco más de la mitad (54%) de las casi seis millones de viviendas rentadas no tiene un contrato formal de arrendamiento, lo que habilita que se repitan situaciones en las que un inquilino, que tiene un contrato para ocupar un apartamento durante un periodo de tiempo determinado, alquile el espacio a otra persona o personas, refirió.
«También hay quienes buscan recuperar algo de dinero subarrendando su vivienda durante un viaje, o porque deben mudarse antes de que finalice su contrato de alquiler».
O bien, están quienes lo hacen simplemente guiados por el ánimo de lucro, como si fuera un modelo de negocio. En este caso, generan dinero sin invertir ni un solo centavo, aclara.
Según Gómez, es necesario saber que el subarrendamiento de una propiedad en todos los casos se trata de una actividad ilegal.
La única forma en la que esta situación puede darse en el marco de la ley es en el caso de que el subarrendamiento se especifique y se pacte en el contrato de arrendamiento, como suele ocurrir con las residencias de marca, o branded residences, asociaciones entre un desarrollador inmobiliario y una marca particular.