En Latinoamérica, Brasil, México y Argentina son los países que están a la cabeza de la lista de experimentación, según una investigación del Nuffield Council on Bioethics. Se calcula que 5 millones son víctimas de estas prácticas,la mayoría de ellos en pruebas para la elaboración de productos cosméticos.
En el caso mexicano, los más usados son ratones y conejos para experimentar sobre afectaciones internas y daños en la piel, respectivamente, apunta el maestro Antonio Franyuti Vidal, director general y fundador de la organización Animal Héroes.
Un proyecto de ley
México busca erradicar la experimentación con animales en la industria cosmética a partir de una iniciativa en el Senado, que es acompañada por diversas organizaciones animalistas, y que se prevé sea puesta a consideración en septiembre próximo, luego que, debido a diversos pendientes legislativos, no fuera contemplada para su discusión en el pasado periodo ordinario de sesiones, que concluyó el pasado 30 de abril.
La iniciativa con el proyecto de decreto busca reformar y agregar diversas disposiciones a la Ley General de Salud, la Ley Federal de Sanidad Animal y a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y, con ello, diversas sanciones que contemplan, incluso, penas de dos a siete años de prisión.
«En México hay muchísima experimentación, pero no se tienen números porque la norma no exige estadísticas al respecto, sin embargo, se sabe que los laboratorios experimentan con animales porque la norma así se lo pide», explica Franyuti, cuya organización hizo observaciones y da acompañamiento a la iniciativa legislativa con la que pretende que México emule a la Unión Europea (UE), que en 2003 aprobó la prohibición de testear cosméticos en animales, o a Guatemala, que en 2016 se convirtió en el primer país de América Latina en prohibir ese tipo de pruebas.
El panorama en México
Actualmente, solo 37 países del mundo cuentan con prohibiciones totales o parciales de pruebas con animales, incluidos todos los países de la Unión Europea, Noruega, India, Nueva Zelanda, Israel y Corea del Sur.
«En México hay un desastre, de hecho, vienen de otros países a experimentar aquí porque no hay ley, porque no hay ninguna normatividad que impida que se use a los animales en la industria cosmética, ¿qué puede haber más banal que matar o maltratar a una animal para hacer un ‘lipstick’?», cuestiona Jesusa Rodríguez, artista, activista y senadora del partido oficialista Morena, y quien encabeza la iniciativa en la cámara alta junto a su homólogo Ricardo Monreal.
En la nación latinoamericana, la mayoría de las leyes estatales se refieren al bienestar animal y sancionan el maltrato; en Ciudad de México, por ejemplo, los animales recibieron el estatus de seres sintientes en enero de 2017.
«Sigue estando muy retrasada la jurisprudencia al respecto, los humanos aún no entendemos ni en qué siglo estamos ni hacia dónde vamos, no hay políticas públicas en ese sentido, porque hay muchos intereses económicos. Vamos hacia un suicidio como especie, por ser especistas, por la discriminación hacia las otras especies», apunta Rodríguez.
La declaración de Cambridge, de 2012, expone que no solo los humanos tienen sustratos neurológicos que dan lugar a la conciencia y que los animales siente, piensan y son conscientes. Mientras que en Francia, recientemente, se realizó la declaración de Toulon, donde se plantea que los animales deben subir de estatus jurídico y ser considerados con sus propios derechos.
Experimentación obligatoria
En México, el artículo 270 de la Ley General de Salud permite e incentiva a los fabricantes, importadores y comercializadores de productos cosméticos a contar con estudios que realicen experimentos en animales. Para tales efectos, el artículo 190 del Reglamento de Control Sanitario de Productos y Servicios prescribe que, para comprobar que los productos de perfumería y belleza no causan daño a la salud, deberán llevarse a cabo pruebas de irritación en la piel de diversos animales, así como del índice de sensibilidad e índice de irritación ocular.
Anteriormente, en la NOM-039-SSA1 de 1993 se aceptaban pruebas alternativas, como parches por inducción en humanos, córneas de bovinos muertos en rastros, embriones de pollo, así como algunas pruebas in vitro para determinar toxicidad y destrucción celular, inhibición de crecimiento celular e integridad o permeabilidad de la membrana celular. La Norma Oficial Mexicana (NOM) es la regulación técnica de observancia obligatoria expedida por las dependencias competentes.
Sin embargo, la norma fue cancelada en el 2003 y sustituida por otra, la NOM-010-STPS-1999, y por los métodos generales de análisis de irritabilidad en piel y de irritabilidad ocular, que requieren que los animales sean confinados en bioterios –donde se crían, mantienen y utilizan en el laboratorio–, que frecuentemente no cubren con necesidades mínimas de bienestar, de libertad de movimiento, temperatura y luz adecuada.
«Se tienen ya experimentos sobre casi todos los ingredientes que tienen los cosméticos, las mezclas, no se tiene que experimentar siquiera, el problema es que la norma exige que se haga, a pesar de que ya se sepa el resultado, y lo único que se está pidiendo es que ya no suceda», abunda Franyuti Vidal, promotor también de la llamada Bancada Animalista.
Según estadísticas de la Comisión Europea, cerca de 15.000 ingredientes ya han sido probados y declarados seguros.
La industria cosmética mexicana ocupa el tercer lugar en producción, después de EE.UU. y Brasil, y es equivalente a 10.000 millones de dólares, ocupando el lugar número 11 en el mundo. Además, registra un crecimiento de 4 % al año, con base en datos de la Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos (Canipec).
Por esa razón, México se ha convertido en el exportador líder de cosméticos en América Latina.
Cómo se experimenta con animales
Se estima que 115 millones de animales se utilizan en experimentos en todo el mundo cada año y la mayoría de las pruebas se llevan a cabo sin anestesia o analgésicos, además que las sustancias tóxicas pueden causar sufrimiento durante largos períodos, señala el informe de la Coalición Europea para poner fin a los Experimentos con Animales (ECEAE).
Asimismo, el documento indica que las pruebas de toxicidad de los productos farmacéuticos en roedores predicen la toxicidad en humanos solo en 43 %. Otro dato revelador de ese mismo texto es que 92 % de los medicamentos nuevos que pasan las pruebas en animales no llegan al mercado, principalmente por los efectos secundarios imprevisibles o porque son ineficaces.
En la experimentación con toxicidad de dosis repetidas, conejos o ratas son forzadas a ingerir o inhalar ingredientes cosméticos, o se les aplica el ingrediente en la piel afeitada, cada día, durante 28 o 90 días. Luego los matan.
En las pruebas de toxicidad reproductiva, conejas o ratas preñadas son forzadas a ingerir sustancias y luego son matadas para evaluar la toxicidad en sus fetos, destaca la ECEAE.
La propuesta a detalle
La iniciativa plantea multas de 15 a 20.000 veces el valor de la unidad de medida y actualización (UMA), que este año es de 84,49 pesos (5 dólares), a quienes omitan en el embalaje especificar que la fabricación de cosméticos no incluyó pruebas en animales. Asimismo, el establecimiento que viole dicha disposición podría hacerse acreedor a la clausura temporal o definitiva.
También, se aplicarán de dos a siete años de prisión y multa equivalente de 200 a 2.000 veces el valor de la UMA, a quien realice pruebas cosméticas en animales, una sanción que se incrementará al doble cuando el test se realice con actos de maltrato o crueldad animal.
La propuesta ya fue presentada ante las comisiones del Senado, donde espera su aprobación para que después el dictamen se discuta en el pleno senatorial. Tras ello, deberá enviarse a la cámara de diputados.
De ser avalada por el Congreso, deberá publicarse en el Diario Oficial de la Federación (DOF). A partir de su promulgación, los productores tendrán un año para adaptar sus procesos a las nuevas disposiciones. Hasta el momento, los legisladores no han tenido acercamientos con representantes de la industria cosmética.
Según el documento, los recursos obtenidos por la aplicación de sanciones económicas derivadas del delito serán utilizados para costear acciones, publicaciones y concientización entre la población sobre la guardia responsable y los derechos de los animales; también servirán para instituciones, refugios o santuarios de animales, o a programas de protección y bienestar animal.
«Esto va dirigido a parar prácticas de maltrato que se han normalizado, porque, estoy convencida, la violencia se genera a partir de ahí, del maltrato a los animales y su explotación, y es ahí donde hay que pegar, aunque esta iniciativa del no uso de animales en la cosmética es apenas un detalle», concluye Rodríguez.