Dichos incendios están conectados a prácticas agrícolas ancestrales, y aunque el fuego no es un problema reciente, sí lo es la sequía que está secando el bosque tropical.
El 70% del área quemada anualmente se concentra en sabanas, que arden regularmente, cada 10 o 20 años a lo sumo. El clima estacional, con una época lluviosa y otra seca, favorece la producción de hierba, que luego se convierte en pasto para el fuego.
Pero la vegetación de la zona está adaptada a esas condiciones y se recupera sin mayor dificultad.
A la sabana africana se le añaden, además, prácticas agrícolas que usan el fuego como técnica fertilizante.
La técnica, denominada como roza y quema (slash and burn en inglés), se basa en dejar la tierra durante 10 o 20 años en barbecho. Transcurrido ese tiempo, se quema el matorral que ha crecido y las cenizas se usan como fertilizante del suelo. Seguidamente se cultiva la tierra durante, aproximadamente, un lustro.
Después, se reinicia el ciclo volviendo al barbecho, tratándose de una práctica ancestral que lleva al menos siglos o milenios, haciéndose.
Con estos dos factores (la alta recurrencia de incendios en la sabana y la roza y quema) hacen de la sabana del centro de África la zona del mundo con más incendios.