En su intervención, Sheinbaum aclaró que este acuerdo no introduce cambios sustanciales en el Tratado de Aguas Internacionales que regula el uso y distribución del agua entre ambos países, sino que se centra en el cumplimiento de metas previamente acordadas, en un contexto de sequía.
El Acta 331 se suscribió en un contexto de escasez hídrica en la región, especialmente en las zonas fronterizas de México y Estados Unidos, donde las sequías extremas habían generado preocupación por el suministro de agua. La jefa de Gobierno recordó que este acuerdo fue resultado de una actualización del tratado existente entre los dos países, acordado hace dos o tres años, y no representa un cambio fundamental en el marco del tratado original.
“Este acuerdo se tomó en un contexto de sequía severa en la zona, y lo que hizo fue actualizar el cumplimiento de una serie de metas que ambos países habían acordado previamente”, explicó Sheinbaum. “No cambia el tratado en esencia, sino que se trata de cumplir con metas específicas de distribución de agua que ya estaban planteadas en ese momento.”
Sheinbaum subrayó que el Acta 331 tiene como objetivo asegurar que ambas naciones cumplan con las metas de distribución y entrega de agua que ya se habían establecido, y no establece nuevos compromisos o cambios drásticos en la forma en que se gestionan los recursos hídricos entre México y Estados Unidos. “El acta no tiene un alcance mayor en este sentido, es más bien una actualización para garantizar que ambas partes sigan cumpliendo con lo pactado”, agregó.