La comunidad científica mundial aprobó el viernes 16 de noviembre la mayor revisión del Sistema Internacional de Unidades (SI) desde su instauración en 1960, con la redefinición de cuatro de sus siete unidades y el abandono del patrón físico del kilogramo.
A partir de este lunes 20 de mayo, Día Mundial de la Metrología, cuando entre en vigor el nuevo sistema, la unidad básica de peso no estará definida por el cilindro atesorado desde hace 130 años a las afueras de París y será sustituido ahora por una fórmula matemática.
Un kilogramo equivale a la masa que tiene un cilindro de cuatro centímetros de platino iridio fabricado en Londres -conocido como Le Grand K– y se conserva guardado desde 1889 en una caja de seguridad en Francia. Sin embargo, este kilo ha perdido en un siglo 50 microgramos.
Todas las balanzas del mundo se gradúan en función a este kilo original, por lo tanto, cuando se calcula el peso, se hace de manera incorrecta. En la vida cotidiana estas diferencias mínimas no tienen ninguna importancia, pero, en cálculos científicos que requieren de una precisión exagerada, las consecuencias pueden ser enormes.
La nueva unidad se medirá con la balanza de Watt, un instrumento que permite comparar la energía mecánica con la electromagnética, recurriendo a dos experimentos separados.
Esta forma de medir el peso exacto de un kilogramo no es susceptible al paso del tiempo, y tampoco puede dañarse o perderse, como tiende a ocurrir en el caso de un objeto físico, un kilográmo eléctrico, por así decirlo. Así, el nuevo kilo será sumamente preciso.
Con información de BBC News.